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PIPIOLO
Esta historia ocurriò hace ya mucho tiempo. En la època en que, con esa inconsciencia propia de la despreocupaciòn y falta de obligaciones tiene todo joven. Trabajaba yo en una sastrerìa la que tambièn era tienda de artìculos para hombres. El sastre era un hombre canoso, delgado y vivìa solo en un cuartucho que los dueños de la tienda le cedìan sin cargo. Era buen sastre.
Alguien lo bautizò, como en los pueblos acostumbran a hacerlo con todo desconocido que llega al lugar, le llamaban Pipiolo, palabra que hasta el dìa de hoy no le encuentro significado alguno y que en ningùn diccionario de la Real Academia Española figura.
El asunto era que Pipiolo muy temprano, mate y termo en mano, se lo veìa realizar los hilvanes, trabajar con la màquina de coser escuchando en una radio vieja, marcada por el tiempo, tangos de la època.
Eso no tenìa nada de raro, pero un dìa trajo al local una guitarra. Curioso me acerquè a èl
-¡Toquesè algo don Pipiolo!
-¡Estoy templando!
Esto sucediò por lo menos tres veces, o el hombre realizaba un afinamiento profundo del instrumento, o no sabìa tocar. Esa fue mi conclusiòn.
Esa conclusiòn me llevò a comentar el asunto con mis amigos, muy dicharacheros y amigos de las bromas y chanzas, tan inconscientes como yo lo era. Entonces ellos hicieron lo mismo. Sin motivo alguno se acercaban al local y le decìan.
-¡Toquesè algo don Pipiolo!
-¡Estoy afinando!
-¡Un tanguito don Pipiolo!
-¡Estoy templando!
Transcurrieron algunos meses hasta que el tiempo hizo justicia, olvidaron la chanza. Por mi parte mudè de empleo y me olvidè de Pipiolo.
Un dìa veo venir un cortejo fùnebre por la calle principal. Al frente venìa una carroza con coronas de flores y una en particular que me llamò la atenciòn que tenìa forma de guitarra.
-¿Quièn muriò? Preguntè.
-Pipiolo me dijeron.
Reparè que la carroza que contenìa el fèretro decìa Alberto De Martino Q.E.P.D. ese dìa supe cual era su verdadero nombre.
Transcurridos los años visitando un mercado de pulgas estaba interesado en una vitrola antigua y una colecciòn de discos de pasta de setenta y ocho R.P.M cuando reparè en un disco, en èl decìa
“La Cachimba” – Tango – interprete Alberto De Martino
¡Sì sabìa tocar la guitarra!
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Texto agregado el 21-09-2003, y leído por 287
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