" Cuando el hombre no se encuentra, no encuentra nada" Goethe
Desarmo los muros de la ignorancia plástica. Me quito de la membrana. Me despego.
Ahora sin ojos aprendo, entiendo, comprendo.
Soy un bloque indeleble, una escalera infinita; en la inercia salina, en la luz amarilla.
Soy insignificante, eterno, necesario.
Esa matemática absurda que me hace ser y no ser al mismo tiempo.
Esa jalea lipodiquímica, celeste, pilcomayo.
Ya no le temo a la muerte, soy inmortal.
No entiendo del frío, vivo en un incendio.
Ya no me siento solo, me entiendo como universo.
No quiero hablar de mí porque no me pertenezco.
Soy conducto intravenoso del sol, resultado del aire, la mañana, el falso azar.
Amapola desteñida, inigualable, derretida.
Regalo mi color.
Me olvido de mí, de mi olor, de mis ojos, de mi rostro, de yo.
Entonces me encuentro conmigo. Pero real.
Traslúcido, blanco, negro; sideral.
Desnudo, terso y medieval.
Vacío, lleno, ancestral.
Pincel, lápiz, lo que pintar.
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