Las calles desiertas,
desafiantes,
lucen sus colores
vertiginosamente.
Automóviles submarinos.
Voces calladas atraviesan
el ennegrecido asfalto.

Una ciudad pequeña,
retrato de una sombra,
la máscara de un museo
que luce y estalla
fulgurante,
dentro de una
ciudad inmensa.

Tu voz distante y oscura,
bajo las nubes verdes,
nadando caprichosa
en el aire polvoriento.
Mis pasos tropiezan
con las racholas
de las paredes rotas,
con los boulevares,
y los cristales desnudos.

Camino con el sueño
de un elefante gris.
Mis zapatos desatados
apenas temen las aceras.
Se enganchan en
las viejas alcantarillas.
Mis palabras mudas.
Tu ausencia...

Ciudad pequeña e invisible,
disfrazada.
Silenciosa estampa
avivada en el recuerdo
de unos días amarillos.
Permanencia.
El mundo de las sirenas
golpeando mi corazón,
se derrama en las esquinas.
Sólo escucho una voz ténue,
delgada y azul,
que acaricia mi espalda.


El vacío gigantesco
de las calles mudas.
Palabras desiertas,
Palabras muertas.
Ciudad pequeña dentro
de una ciudad inmensa.