Venus es bella y está desnuda. Sus ojos son tristes. Sus ojos son no comprendidos. Venus deja en manos de un distante Espartaco corazones enfermos y almas disocadas. La cumbre donde yacen las más inocentes poesías sin más musos que la triste figura de un caballero, el de perfume erótico y voz baja, el de cuerpo y cuello simétricos, el de esquinas perfectas. Ojalá fuese más simple el gozar de su compañía.

Sus ojos tienen el apunte preciso. Su sonrisa es un placer, de aquellos vetados.

A veces uno enfrenta golpes al corazón. Y uno debe levantarse al caer.

Venus, querido lector, no conoce de maridos ni esposos. Ella es la mejor amante. No es la Cenicienta de finales felices. Es la musa de los finales dudosos.

No huye de bellos chalanes. Nada le acompleja.

Venus es sabia. Conoce el erotismo como quien se conoce a ella misma. Conoce que el erotismo es la sensación más fuerte e intensa.A veces , y solo a veces, se debate el título con el amor.