Cuenta la tradición, que no hay nada como la bendición de un padrino...... Hacen muchos años atras, en un pueblo rural, existía un niño travieso, no ya de apellido, sinó de obras, el cual daba que sentir a cuantos le conocían. Sus maldades eran épicas, y su fama se extendía ya fuera de los límites del pueblo. En una de sus escapadas, cuando estaba cerca del rio que pasaba por su pueblo, vió una cueva, y entró en ella. Cuál sería su sorpresa, al encontrarse con su consejero espiritual de travesuras: El Diablo en persona. Luego de pasar el susto, conversaron por largo rato, y el célebre Satanás le convenció para que le vendiera su alma a cambio de una bicicleta de carreras que vió en el pueblo vecino, el cuál era mas cosmopolita que aquél en el cual residía. El Diablo le contestó que al regresar a su hogar, encontraría el objeto de sus sueños detrás de su casa. El muchacho salió corriendo como älma que lleva El Diablo". Se dice que si hubiera ido montado en patines, no hubiera llegado tan pronto al lugar donde esperaba encontrar su anhelada bicicleta. En efecto, al llegar allí, se llenó de alegría y gozó de ella todo el dia. Por la noche, el "Señor diablo, como había dado en llamarle el joven, se presentó en una alfombra de humo, a reclamar su parte de el trato con el muchacho, y alegando que su contrato no era a largo plazo. Este último protestó tanto que sus chillidos se oían en el mismo infierno. Esta algazara despertó al barrio entero, y en especial al padrino del muchacho, el cuál al ver que eEl Diablo ya lo estaba elevando, le echó la bendición y a la misma vez hizo la señal de la cruz. El Diablo, al ver esto, Chilló mas fuerte que el muchacho y huyó al instante, dando por perdida su presa y maldiciéndo hasta la hora en que se graduó de Diablo. |