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Siendo libre, me siento preso; y buscando la liberación no encuentro, y lo que hallo, me empequeñece, y termino desapareciendo del universo, y desesperado sigo preso. Siempre se ha buscado salir de uno mismo (“para el mundo que me bajo”), o no sufrir los rigores que este mundo occidental nos somete. Con las prisas, con los disimulos y mentiras, con el bombardeo incesante de llamadas de todo tipo; se antoja del todo imposible escapar, y liberarnos. La única salida aparente es la muerte.
¿Desaparecen todos los problemas con el trágico final? Puede ser que así sea. Incluso los místicos deseaban morir para sentirse con Dios, ya que esta vida era una cárcel (y el cuerpo la prisión del alma). Pero sólo se vive una vez, consciente. Aunque haya reencarnación, no te acuerdas de la vida anterior, y te sometes de nuevo a la rueda con los mismos errores. También Buda proponía la liberación. Cristo propone la Salvación.
Mi fe es inexistente, y tengo muchas dudas, algunas de ellas son: ¿de qué nos ha salvado Jesús?, ¿para qué murió?
No nos ha librado del sufrimiento, seguimos muriendo, hay catástrofes naturales, escándalos e injusticias. O sea, que el mundo del año 1 d.C. es igual al del 1 a.C. Esto es una dura prueba para la fe. El hombre, en Occidente, siempre culpa a alguien de lo que le ocurre. Y si hay una serie de sucesos externos a él, que no domina, entra en juego la suerte, destino, karma o Dios. El Universo es caótico, y las coincidencias que en apariencia se observan ya son estudiadas por la ciencia. La ciencia intenta globalizar las fórmulas, que una sola domine todo; pero siempre se escapa algo, o la misma ciencia evoluciona y da nota de excepciones a la ley. Así ocurrió a finales del siglo XIX y XX, con la mecánica clásica de Newton, y se desarrolló la mecánica cuántica.
Con esto no quiero decir que “eso” que se escapa a la ciencia es Dios. Lo malo de Dios es que existe, pero no se puede demostrar, incluso es más fácil argumentar su inexistencia. Pero creo que en ese Caos, hay fuerzas, o espíritus, o algo llamémoslo divino. No puedo decir si es 1, 3 (trinitario o no), o mil. Como tampoco puedo demostrar si hay o no reencarnación. Si la verdad es que existe la reencarnación, ¿qué pasa con la doctrina católica del cielo e infierno? Aunque creo que venir de nuevo a este mundo ya es un infierno. O si la verdad es que a la muerte tenemos un juicio, y nos destinan al cielo, purgatorio o infierno, ¿qué pasa con la doctrina budista? Y si ninguna de las dos posiciones es la correcta, ¿qué pasa con todas las religiones? Todas las religiones dan respuestas a los momentos escatológicos de cada persona.
Eso es la fe, una respuesta confiada del hombre y misteriosa. La fe no se puede demostrar, aunque se puede razonar sobre ella, pero siempre después de la fe hay más fe. Nunca se puede abarcar todo. El hombre en el Universo, delante del Cosmos, todo caos, busca algo fijo. Eso fijo, inamovible, no sujeto a leyes ni a ciencias, es el Absoluto; que en otros sitios se llama Dios, Allah (que significa Él), Nirvana, Yahweh.
Lo Absoluto debe ocupar el centro de toda existencia pero no se puede demostrar su existencia. Y el hombre busca, como yo he buscado, liberarse de la prisión del mundo caótico, y se puede encontrar métodos “alternativos” de liberación. El Absoluto debe ocupar el centro e tu vida por lo que Es. Es lo único que da sentido a tu existencia, es la referencia fija en un mundo caótico. Debe ser el centro por lo que Es, no por un supuesto éxito en este mundo, o liberarse de la rueda de las reencarnaciones o por el cielo, o un paraíso lleno de hermosas valkirias; ni por un temor a un inframundo o infierno.
Las religiones, que el occidental quiere dar un aspecto práctico, no debería ser tomado como un conjunto de normas simples, ni una vía para la vida eterna que desea finalizar antes de tiempo con la presente. No debería buscar respuestas a preguntas existenciales y trascendentales, como la muerte o el destino. Morimos porque debemos morir. Todo en el Universo está sometido a la ley de la Temporalidad, todo tiene su inicio y final, ¿acaso el hombre es más que el Universo? Las desgracias suceden como consecuencias de un caótico orden establecido, que no podemos dominar, ni prever. El Absoluto puede intervenir, pero si lo hace, deja de ser Absoluto para ser parte de la creación; ya que rompería la natural y caótica cadena de causa-efecto formando parte de ella. Las religiones deben ayudar a alcanzar, o tener en nuestro centro de existencia, el Absoluto, liberándonos de las tramas y lazos que este mundo nos tiende. Las religiones deben alcanzar el equilibrio de vida-muerte. Deseando morir para alcanzar el Absoluto, despreciar la vida; y amando la vida propia por encima de todo, poder desprendernos de este mundo. Resumiendo: las religiones deben enseña a morir, saber irse de este mundo libre, en unión del Absoluto. Lo demás (vida eterna, etc.) carece de valor.

Texto agregado el 01-08-2005, y leído por 310 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
04-08-2005 (Las estrellas son mías) Ruth
04-08-2005 Excelente. Yo pienso que nos volveríamos locos si intentásemos desgranar muchos de los puntos que tratas. Creo que es más que suficiente con elegir bien en esa libertas que Dios nos da, que es muy bella pero muy peligrosa al mismo tiempo. un abrazo. Ruth
02-08-2005 eSTOY DE ACUERDO MIS ***** lluvia59
 
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