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Solo, en el tren que no tiene rumbo fijo, aquel que viaja por los destinos mas desoladores de la tierra, los que nadie tiene interés en visitar pero que todos han recorrido en algún momento de sus vidas, se encontraba el viajero.
Por la ventanilla todo igual, neblina y nubes grises en el firmamentos, el tren vacio pues todos bajaron en la estación anterior, una de esas que te ofrece bellos paisajes y asombrosas visitas a lugares exóticos, lo cual era pura mentira, pues por varios km lo único que se podía observar con seguridad era un infinito de nieve cubierta por la ya tan familiar neblina.
El viajero se encontraba, como buen caminante del mundo, sentado con la cabeza recargada en el vidrio empañado, con un libro en la mano y con sus pensamientos dirigidos al futuro predecible, siempre el mismo, no importaba cuanto las cartas fueran barajadas siempre salían las mismas, solo cartas impregnadas con el olor a decepción.
Estación tras estación el viajero rechazaba bajarse del tren no por que supiera a donde iba, sino por que todo se veía tan igual, todo era lo mismo, solo que con diferente nombre.
Aun sabiendo su destino, siempre soñaba con ese lugar el que alguna vez lo llevo a conocer el colibrí de la tierra del jauge, pero un lugar lejano ya, seguramente nunca lo volvería a ver, pues las estaciones siguientes seguramente serian iguales a las anteriores, pero el mantenía sus sueños y tal vez por eso se mantenía vivo y atento al camino.
De pronto el tren se freno, el viajero camino por entre los pasillos y a través de los bajones hasta ver que pasaba, pero no encontró al maquinista, todo estaba tan solo, no había carbón y las maquinas se veían como si nadie las hubiera usado en mucho tiempo, pero el humo seguía saliendo de la chimenea sin algo que lo alimentara.
Sin mas que hacer bajo y la vio, simplemente el tren no podía pasar encima de tal cosa.
En medio de la nada, una rosa, una excepcionalmente roja, con millones de pétalos la vista, un verde que contrastaba con el gris y negro, además de su color y su forma exquisita algo mas llamo la atención de quien asombrado veía la pintura mas hermosa de su vida, las espinas, tan afiladas que seguramente con el solo roce de ellas estarías sellando tu muerte, pues desgarrarían tu piel tan fácilmente que morirías al instante.
El viajero no sabia que hacer, si seguir su camino, cortar la rosa o esperar que esa muriera, pero sus sueños le hablaron y por fin comprendió que tal belleza no veía muy seguido así que tendría que arriesgar su vida solo para oler su fragancia mas de cerca y tal vez recuperar el color que hacia tiempo había perdido.
Decidido estaba el joven, toco cautelosamente la flor y como sospechaba la sangre broto de inmediato, era su fin y lo sabia nada podía hacer ya, lo arriesgo todo y lo perdió, los sueños se perdían con cada gota de sangre negra que salían de su alma, todo estaba perdido ya.
Yacía el joven y su cuerpo cada vez mas se hacia mas débil e inútil, sus pensamientos se remontaron a aquella vez que le leyeron las cartas y que le dijeron que moriría lejos de si mismo y por acciones mal pensadas, se vio en ese momento desecho, sus piernas alejadas del el, su brazos confabulando en su contra, llenando de sangre la nieve, vio su tronco como siempre le decían que era, una caja fuerte que nunca tuvo nada que guardar pues su corazón siempre estuvo marchito.
No pasaron mas de unos minutos cuando termino de caer la ultima gota, la marchita termino por morir y hacerse polvo.
El cuerpo fue poco a poco perdiendo color y forma, hasta que de pronto se desvaneció ya no era cuerpo sino parte de la niebla que lo reclamaba.
El alma del joven quedo divida en dos parte, la primera en la rosa que tuvo un pétalo mas, el alma siempre quiso un poco de belleza y ahora lo era al menos una parte por que la otra se volvió polvo de hielo destinada a recorrer los lugares hostiles y llevar desolación a los nuevos viajeros que pasaran en busca la rosa mas bella del mundo.

Ser ahí.

Texto agregado el 31-07-2005, y leído por 127 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
01-08-2005 Fue un excelente cuento... me quedó con la seguridad de que ese viajero que escribe está decidido a arriesgarse siempre por lo que sueña Myadermond
01-08-2005 Buen trabajo. Por un momento me pareció que me pasaba a mí, cuando quedo sólo en el tren. castillo
31-07-2005 Una buena narraciòn, que nos va llevando con interès hasta el final. Fuentesek
 
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