Es curioso como el ser humano se enfrasca en un problema. Desperté algo cansado esta mañana, pensando que quizá debería de dejar de ver a Katie, bastante engolosinada con su atuendo como para fijarse en mí últimamente. Parecía novia de sí misma, no la mía. Su excesiva dominancia me dejaba fuera de combate, y, aunque muy buena compañera sexual, no dejaba traslucir sus emociones cuando al amor se refería. En este escenario, decidí que el fin de semana lo pasaría en Nebraska, al lado de la escultural mina, y digo escultural porque en efecto se trataba de una escultura que, en secreto, trabajaba durante temporadas, buscando una especie de venus del milo escultórica, aunque el genio de Miguel Angel en su David fuera para mí, una especie de ícono a vencer. Me aventuré a dejar la ciudad, apagando el celular para no ser localizable aunque Katie quisiera atraparme en su envolvente plática, y cuando tomé por la interestatal, una clase de paz interior me atrapó y casi me dormi, a no ser por la necesidad de continuar conduciendo. Al llegar al puesto fronterizo, bajé a tomar una hamburguesa con aguacate en un grill mexicano, y un par de tazas de café de Los Altos de Chiapas, seguro de que, si encendía el teléfono, no habría señal, y ella no querría saber "porque hace tres horas que no llamas ni dejas recado". Al pulsar el encendido, el teléfono vibró un par de segundos, anunciando un mensaje. "Allí está ella", me dije. Resignado, lo leí. ¡No!, No era ella. Estaba en un lenguaje medio raro. "Enciende el TVVisor...Estamos en todas partes". ..¿Una broma? ¿Qué es TV visor? Le pedí al encargado encender la Tv, y una cara, como la mía, me observaba. "Tú eres yo", me dijo. "Tú eres una vida virtual que quiere tener vida". De súbito, todo lo que veía se estalló en fragmentos. El restorán, mi hamburguesa, todo se pulverizó y, de pronto, me ví atrapado en una pantallita de teléfono, y a una cara, ampliada a miles de veces, observándome...¡Yo era una foto!