Érase en un principio, en un lugar hermoso como los que suelen describirse en los cuentos de hadas. Existía una mujer hermosa, con larga cabellera, negra y brillante, lisa y con movimiento. Tenía unos ojos saltones, siempre felices y llenos de luz, nunca se veían apagados, sino con una gran alegría. Vivía con una sonrisa pintada en esos labios que ningún hombre dudaría en besar. Los que la veían pasar por sus casas compartían su felicidad aunque estuvieran en problemas. Solía pasear por los campos libremente, sin preocupaciones, sin pensar en el tiempo, sin prisa, tranquila. Los que la conocían la llamaban “VIDA”.
Cierto día llegó un extraño extranjero. Era guapo, pero se veía serio. Tenía unos ojos oscuros muy profundos, vivos y a veces aterradores. Muy misterioso. Con unos labios hermosos, unas cejas abundantes, una nariz perfecta, rostro largo y fuerte. Se veía tan alto y elegante con su traje negro, que sobresalía en los colores del paisaje. Aunque a algunos les daba terror encontrarse con él, muchos quedaban prendados de su belleza. Su nombre era “MUERTE”.
Vida y Muerte un día se encuentran cruzando las grandes praderas. Si el amor a primera vista existe se podría decir que allí lo hubo; si no existe, fue una intensa atracción lo que hubo, pero después de ese día ninguno pudo volver a dormir sin pensar en el otro. Se conocieron, se siguieron viendo y conviviendo todos los días. Hacían tantas cosas juntos, que terminaron realmente enamorados. Nunca se vio un amor como éste, la Vida enamorada era aún más feliz y la Muerte no era tan seria.
Pero todo el mundo sabe que la perfección no existe, y que no se puede tener una felicidad eterna. Llegó la monotonía, Vida ya no estaba tan conforme con Muerte, se aburría mucho cuando estaba con ella. Se estaba enamorando del amor, así que tuvo mas de un amante, amó al Gozo, amó a los Sueños, amó a la Superación.
Amó a tantos que al final dejó a Muerte. Y Muerte estaba tan enamorado de Vida, que sufrió como nunca; una gran tristeza acompañada de odiosos celos se apoderaron de él. No podía dejar de pensar en Vida, no podía odiarla, pero tampoco olvidarla o por lo menos dejarla de amar aunque fuera solo un poco. Se encerró y no quiso volver a salir, perdió la alegría que Vida le había regalado; se volvió mas oscuro de lo que era, y su corazón como su cuerpo se volvieron pálidos y fríos. Un día cuando no aguantaba más tomó la decisión más grande y mas dolorosa de su existencia: ¡MATAR A LA VIDA! Y así lo hizo, le dio una puñalada en el corazón y luego la tomó en sus brazos y la besó.
Por eso desde ese día se dice que la Muerte busca a la Vida, y cuando la encuentra la mata con un beso de amor.
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