Era 18 de mayo y llovía como el fin del mundo, saliendo de la universidad pasé al Museo Precolombino a ver una exposición de trabajos en oro de un pueblo indígena de la amazona colombiana, me la había recomendado mi hermana, se me olvido el nombre del pueblo, todo se me olvida, era interesante la muestra, me llama la atención el culto de los chamanes hacia las drogas alucinógenas, la divinidad que le involucran, me senté en una banca al lado de una vitrina que tenía diversas tablas para jalar rapé y me quede inevitablemente dormido, por circunstancias de ese momento me sentía particularmente abatido y abandonado, tan, y ya ni dormía en las noches, las salas de la expo estaban tremendamente oscuras, eso debe haber influenciado en el sueño, como también la comodidad de esa banca, esa banca. Despertaba brevemente en intervalos de veinte minutos, no se cuanto estuve así, quizás una hora, quizás dos, cuando me recuperé en algún porcentaje salí del museo, seguía esa lluvia torrencial, para evitar mojarse había que hacer todo tipo de estrategias de desplazamiento ciudadano, y me mantuve así hasta que me di cuanta que tenía plata en la billetera, había estado de cumpleaños hace un par de días y mi abuelo me había dado 20 lucas de regalo, perfecto, me compré un paraguas de luca en el Paseo Huérfanos, y disfrute tanto esa compra, vieran como, y me sentí tan millonario, tan millonario, y quise tanto a mi paraguas negro, tanto, al rato, saliendo del metro me di cuanta que todos los hijos de puta ciudadanos tienen un paraguas individual, y yo que me sentía tan bien, como si me hubiera comprado un avión, que miserable, pasa que a veces solo tengo pensamientos de supervivencia. |