La casa nueva resulto ser la mega zorra de cómoda, era verano, nos manguereamos, tomamos once, estaba cansado, salí a tomar una siesta al extenso pasto, leí un poco, pero me aburrí rápido, tomando sol descubrí que el patio, que era gigantesco, estaba infestado de lagartos, unos reptiles inmensos que llegaban a medir fácilmente unos cuatro metros, me atrevería a decir que eran dinosaurios ¿Respuesta definitiva? Si: eran dinosaurios. Viendo mi vida en latente peligro silbé en Morse y apareció mi Mandril de Defensa Personal, simio del infierno con la raja furiosamente roja como la sangre, ¡Mátalos a todos!, ordené, Mandril no tuvo problemas en aniquilar los reptiles entre sus filudas garras, pero la victoria solo cantó y bailó un par de minutos porque después nos dimos cuenta que esos cadáveres eran solo las crías, Papá Dinosaurio llegó, y furioso, y peor porque venía con sus Amigos Dinosaurios, median fácil sus cuatrocientos metros, ¡Mandril, mátalos!, grité esperanzado, Mandril miserable se dio a la fuga como el más vil de los cobardes, miré a los mounstros y se me pasó por la cabeza entablar un dialogo diplomático en busca de disculparme por el asesinato de sus hijos y lograr la paz armónica entre nosotros, humanos, y dinosaurios, …no sirvió. |