blasleon:

EL BARDO

Cuando la Isla Esmeralda era virgen, como lo eran sus damas, entendiendo virginal como belleza en el rostro y en el alma libertad; llegó a sus tierras El Bardo a cantar del Rey sus hazañas. Mas al entrar a palacio vio los ojos de la Reina y esa fue su perdición. Desde ese momento sus labios solo supieron cantar versos al amor.

Ocultos tras el velo de la noche, gozaron de sus cuerpos. El Dios de la Fertilidad, que aquel día andaba ocioso, quiso gozarlos también y besándoles los labios hizo fecundar su amor.

El Rey, cuando conoció el estado de su esposa, se enfureció de tal modo, que reunió al pueblo entero y postrando a los amantes ante él, pronunció la maldición:

–¡Esta mano –dijo alzándola– ha dado muerte a mil almas. Hoy el corazón me pide que haga lo mismo con ambos. Pero mi cabeza piensa que poco sería el dolor! ¡Os condeno a reencarnaros mil veces mil. Os sabréis y no os veréis nunca jamás!

Dicho esto prosiguió señalando a la mujer:

–¡Serás dama de la noche, belleza de porcelana. Conocerás siempre a un hombre y madre serás por él, mas no hallarás el amor!

Hizo un mínimo silencio y señalando al poeta prosiguió:

–¡Te di de comer y, a cambio, tu me mordiste la mano. Serás poeta sin nombre, versos errantes harás; tus estrofas serán tristes y lágrimas provocarán. Escribirás para ella, eres dueño de su amor, pero a ella no la verás!

Dicho esto dio la orden, los guardias se los llevaron y nunca se supo más.


Hoy dicen que El Bardo habita en una página de cuentos, nadie conoce su nombre, ni su rostro, ni su hogar; que escribe versos sonámbulos y no deja de buscar. Mientras, ella, entre sueño y sueño, tal vez los lea en la noche, tal vez la hagan llorar.