Revelación I
Oscuridad
Año 2150. Todo está en tinieblas, la oscuridad ha llegado a cada ciudad, a cada edificio y a cada ser humano. En el enorme pasillo del sanatorio únicamente se oyen resonar unos pasos apresurados, se vislumbra una silueta alta y delgada que se acerca y resuena una voz masculina:
-Va magníficamente, señores, logramos encender una lámpara de baterías y se alumbró casi suficientemente la sala. En cuanto finalice la operación les avisaremos. La silueta se retiró, el ambiente se hacía pesado con el fuerte olor a desinfectantes y otras substancias, los pasos se volvieron a alejar y cuando ya los ecos estaban muy apartados la abuela comentó casi indignada:
-Es ridículo que en estos tiempos en que todo se puede conseguir fácilmente, no hayamos podido encontrar más velas para alumbrarnos mientras esperamos, cuando antes eran la cosa más común y corriente y en cualquier parte las había.
-Ya no se preocupe abuela, el doctor ha dicho que todo está bien... lo que pasa es que las velas son tan primitivas, que mi hija Larissa me preguntó qué cosa era una vela...- repondió la joven voz de su nieta.
-El niño que está naciendo tiene destinado un gran futuro – agregó satisfecho el tío-; ya se preparó todo y confiamos en que será grande, más grande de lo que han sido su padre y su abuelo, en el ultrasón los médicos pudieron ver que el cerebro aceptó favorablemente el implante de las neuronas cultivadas y eso nos asegura un niño excepcional, con niveles muy por arriba del genio, no tendrá cáncer ni ninguna otra enfermedad conocida hasta ahora, está protegido contra los estados bipolares y contra todo virus o bacteria nueva que surja.
-¡Ay tío! A ustedes los neuropsicoanalistas lo único que les preocupa es el estado del cerebro y las neuronas y todos esos asuntos, cuando a los demás nos sigue preocupando que también nazcan completamente sanos y bonitos...
- Mira hija, a final de cuentas ya se sabe que hoy en día lo que debe predominar es la fortaleza y perfección de los genes y el cerebro de super genio, que sirven para triunfar verdaderamente. Conceptos como la belleza ya están más que pasados de moda, hoy ya casi a nadie le interesa nacer bello, eso estaba bien antes, además de que ya no es ni una cualidad ni una gracia natural, ya se sabe que cualquiera puede serlo con toda la tecnología que existe en cuanto a cibercosmetología plástica; de todas formas no importa, porque también se cuidó el diseño atlético y musculoso del cuerpo de este niño y sus facciones perfectas, así que será todo un galán… - terminó el tío en tono risueño.
-A mí no me parece que sea un buen augurio para el niño el nacer cuando estamos prácticamente en las tinieblas-dijo inquieta la abuela Melissa-,este suceso es algo muy, muy extraño, hace más de treinta años que no se oía hablar de que dejaran de funcionar los generadores eléctricos, eran casos muy aislados, locales; pero el que en la mayor parte del mundo no respondan ni haya manera alguna de hacer trabajar cualquier maquinaria eléctrica o electrónica me parece muy mal presagio para el niño.
-Madre, no te afanes, nadie sabe qué es lo que sucede, ninguna autoridad lo sabe, dicen que es posible que todo haya ocurrido porque se dañaron los generadores interoceánicos y las máquinas informáticas que controlan la energía debido a la caída de esa estrella de nombre raro, ya que causó un fuerte shock que dañó los satélites controladores de bases de datos internacionales, pero que en cuanto sean restaurados los sistemas, todo volverá a la normalidad- dijo tranquilamente el tío.
-Es que es imposible que no se tengan previstas estas cosas, además qué me dices de las plantas de luz independientes, ¿ésas cómo se dañaron? ¿Y por qué aunque sea de día no hay ni un rayo de sol, ahora también la luz solar es controlada con esos inventos? ¡Definitivamente somos lo máximo con tanta tecnología! ¡Gracias a ella nos estamos alumbrando con velas!
Repentinamente se escucharon otros pasos y una voz femenina les anunció que el niño finalmente había nacido sin mayor problema. (Todos se alegraron con la noticia, la abuela, la prima y el tío del niño)
-¿Podemos pasar a conocerlo?- preguntó la abuela.
-Claro señora, en el quirófano hay algo de luz y podrán conocer al pequeño.
Los tres se levantaron de su asiento y caminaron en silencio detrás de la enfermera. Llegaron a una sala saturada de tubos, aparatos, una silla en la que se encontraba el marido cercano a la cama de la madre del niño y junto a ésta una incubadora en la que ya habían colocado al pequeño. La enfermera acercó unas velas para que pudieran ver el rostro del niño que dormía, su rostro era verdaderamente una obra de arte. El tío sonrió, la prima sonrió... pero la abuela lo contempló seriamente por un largo lapso, después dijo con frialdad:
-Señorita, ¿este niño está realmente caliente? En todas partes hace muchísimo frío y esa incubadora no parece abrigarlo lo suficiente.
-Sí señora, aunque no hay manera de hacer funcionar ninguna máquina, me ocupé de ponerle ropa y frazadas de tejidos térmicos y de rodearlo con bolsas de agua caliente. Lo mismo estamos haciendo con todos los recién nacidos del sanatorio.
-Si ustedes quieren, mañana mismo podrán salir de aquí la madre y el niño –intervino el doctor-, el nacimiento fue registrado como altamente satisfactorio y los dos se encuentran en perfecto estado.
Al día siguiente trasladaron a la madre y al niño en una carreta, que en esos días dieron por rentarse en las calles, puesto que todo medio de transporte normal estaba detenido.
-¡Cuánta incomodidad, no hay luz, no hay nada, ni siquiera manera de transportarse, hasta cuándo vamos a saber qué pasa y a regresar a la normalidad!
-Tienes razón mamá, pero lo más deprimente es esa capa horrible de humo que no deja traspasar al sol, ¡esa gente maniática echó a perder todo el ambiente con sus bombas, las lanzaron como prueba en Estados Unidos y hasta México nos afectó! Como todo lo que hacen ellos…
-No te aterres- dijo el marido -, ya se dijo en los diarios que esas bombas de prueba no llevaban gases letales, que eran únicamente para medir sus alcances, pero en sí no son nocivas en lo absoluto, lo que dañó todos los sistemas fue la caída de ese asteroide.
Despúes de una semana los generadores eléctricos volvieron a funcionar con normalidad, el pediatra hizo otro reconocimiento al niño recién nacido y a la madre, quien de inmediato pudo continuar con su teletrabajo.
Esa misma tarde, después del reconocimiento, la abuela Melissa entró a la habitación donde dormía el niño; verificó que la temperatura del aire acondicionado fuera la adecuada así como los niveles de luz, después se acercó al pequeño par ver si dormía bien y lo observó durante largo rato. Después dijo en voz alta:
- ¡Ay, niño! ¡Mi Andresito!, de verdad espero que con todo lo que la ciencia médica hizo a tu favor, como esos implantes de neuronas y genéticos, llegues a ser una gran persona como todos lo predicen, cuando yo nací aún no existían tantos avences. Aunque es una lástima que no se haya descubierto, ni intentado descubrir, la manera de que también desarrolles un alma grande y bondadosa, a la que ahora simplemente llaman “vida cerebral”, ni todos los científicos juntos han igualado a Dios en lo más mínimo y jamás lo alcanzarán... ¡Qué bueno! Pero me incomoda la idea de que hayas nacido en medio de todo ese caos y en esas penumbras, ojalá que eso no signifique nada malo para ti...
Después de decir esto Melissa salió de la habitación y cerró la puerta. Al llegar a la sala vio que su hija y su yerno desenvolvían un paquete grande y su hija le dijo sonriente:
- Mira mamá, ya llegó la mascota robótica que pedimos para el niño...
- Le voy a colocar las baterías para probarla, agregó el yerno sin despegar la vista del gato electrónico.
- ¿ Y por qué no le compraron mejor un gato de verdad?
- ¡Cómo crees mamá!, tener un animal en la casa implica muchas molestias, además de lo poco higiénico que es, podría provocarle una enfermedad, alguna infección...
- Pero es más bonito y puede jugar de verdad con él, además una mascota ayuda al niño a tomar responsabilidades desde chiquito...
- Es lo mismo con este juguete señora; el niño lo puede educar, enseñarle cosas y aprender a cuidarlo, ya cuando esté más grande podemos comprarle un animal real.
- Bueno yo me voy -dijo Melissa- demostrando claramente que no estaba convencida de que ese juguete fuera para el niño mejor que una mascota de verdad. Pero aceptaba que cada padre tuviera sus ideas y su manera de educar a los hijos, buena o mala ellos creían seguramente que era la mejor, ya ella misma había pasado por esa etapa cuando comenzó a educar a sus propios hijos y sus padres no estaban de acuerdo con la "nueva psicología" que ella aplicó en ese entonces. Todo sería cuestión de esperar a que ese niño creciera un poco más para empezar a dejar sentir su influencia sobre él, pues Melissa estaba segura de que la iba a necesitar, como quiera para ella era como una fatalidad el que el pequeño hubiera nacido en esos momentos tan extraños por los que estaba pasando la Tierra. ¿Por qué no nació unas horas antes o unas horas después? ¿Por qué se a nunció el trabajo de parto justo cuando la energía eléctrica desapareció de toda la Tierra y todo se detuvo durante ese tiempo? No es que fuera precisamente supersticiosa, pero estaba segura de que este acontecimiento tenía mucho más significado de el que los demás le daban.
Pasadas unas semanas Melissa volvió a casa de su hija con unos regalos. Entre ellos llevaba una Biblia para su nieto Andrés dedicada de manera especial. Pasó toda la tarde con ella y el niño comiendo y conversando acerca de asuntos sin importancia. Al finalizar la comida Melissa preguntó mientras tomaba su café:
- Y… ¿todo bien con Andresito?
- ¿A qué te refieres? -respondió extrañada-, todo bien sólo ha estado un poco mal del estómago, pero el pediatra dice que es totalmente normal, pues apenas se está adaptando a los alimentos sólidos.
- No, hija, pregunto si aparte de las pequeñas molestias normales no ha sucedido nada extraño con él o cerca de él…
- ¡Ay mamá!, qué pregunta… qué pregunta tan más misteriosa… ¿Por qué?, ¿Notaste algo extraño o qué pasa?
- No he notado nada fuera de lo común, es decir, el día de hoy. No el de su nacimiento.
- Mamá, eres mordaz… ¡Lo que pasó el día en que nació no fue su culpa ni la mía! Fue un desastre natural como tantos otros que se suceden todos los días en distintas partes del mundo.
- ¡Distintas partes del mundo! ¡Esto ocurrió en el mundo entero! Y por cierto que no creo en él como un simple desastre natural. Este hecho tuvo mucho más que ver con la ira del Señor.
- Mamá -dijo seriamente la hija-, te agradezco sinceramente que tehayas tomado la molestia de visitarnos, pero no estoy de acuerdo contigo en cuanto a lo que dices, y aun si así fuera, mi hijo no tiene la culpa de nada. Simple casualidad el que haya nacido en esos días.
Los meses pasaron vertiginosamente entre noticias de la prensa internacional que alertaban sobre una contaminación sin precedentes de las aguas, aconsejando a la población tomar agua únicamente de las pipas destinadas para ello, de ninguna manera se debía beber agua potable. Los animales estaban enfermos y por lo tanto la carne estaba totalmente contaminada, así como el resto de los alimentos naturales, no era seguro su consumo. La hambruna estaba presente en la mayor parte de la Tierra. Lo más aconsejable para quienes tenían mayores posibilidades era preparar alimentos precocidos y envasados. Millones de personas estaban muriendo de enfermedades desconocidas para la ciencia y por demás extrañas. En todas partes del mundo azotaba peste como no las había habido desde la Edad Media. Proliferaba una psicosis generalizada que se traducía en un comportamiento tenso entre la población.
Por otro lado los crímenes más sangrientos se sucedían en todas partes sin ton ni son. Era una situación caótica por la que atravesaba el antes Planeta Azul.
Revelación II
Encuentro con el Ángel Azul.
El amanecer era distinto al de las humeantes y ruidosas mañanas citadinas. Resplandecía un sol imponente que se filtraba a través del cortinaje del hotel. Apenas se escuchaban los cantos de algunas aves entre los árboles, el clima, el ambiente, el olor distinto, todo invitaba a saltar de la cama lo antes posible para descubrir por fin el secreto de aquel misterio que su abuela le había prometido. Era el 20 de abril del 2172.
Antes de las nueve de la mañana ya estaban fuera del albergue, viajaron algunos kilómetros en el aeromóvil bajo ese cielo espléndido. Surcaron una selva, el piloto iba sudoroso y mostraba cara de tedio, él lo observaba todo y ahora esa mujer le parecía distinta, porque ella poseía aún el secreto. La observó silencioso.
-Esta es la zona, puede aterrizar cerca de aquel paraje, dijo Melissa al piloto.
El aeromóvil descendió perezoso hasta el lugar indicado. Un paraje que se destacaba por la cantidad de rocas que se acumulaban una sobre otra, contrastando con el verdor de aquella selva. La señora ordenó al piloto esperar ahí y descendió con su nieto. Andrés, el nieto, vio cómo ahora sus zapatos especiales de explorador que tanto criticó cuando se los compraron serían de verdadera utilidad para ese terreno escarpado.
Todavía caminaron algunos cuatro o cinco kilómetros bajo los árboles, entre el espesor hondo y oscuro de la selva, sólo se escuchaban los sonidos de los animales salvajes que ahí habitaban, el zumbar de las abejas, algunos silbidos, rápidas carreras entre la espesura, algún par de ojillos brillantes que se movían azorados tras los matorrales. Todo era muy diferente, pero ¿qué misterio importante podría haber entre aquel ambiente salvaje? Nada digno de interés aún, pensó.
Llegaron hasta la entrada de una cueva, una cueva que parecía estar disfrazada por la naturaza para ocultarla de algo o de alguien. El joven lo imaginó al ver cómo su abuela quitaba el estorbo de las ramas con un machete para acceder, penetrarían hacia el interior, ahí estaría el misterio tantas veces mencionado, uno de los secretos de la humanidad.
La luz desapareció, los sonidos cambiaron, ya sólo escuchaban sus pisadas húmedas y fangosas entre aquella oscuridad, la abuela guiaba adelante. Tendremos que usar la linterna, dijo. A la luz de la linterna todo continuaba para él sin merecer el menor interés; las paredes de aquella cueva estaban también húmedas y mohosas, algunas hierbas salvajes habían crecido descontroladamente desde los techos y las grietas de las paredes, todo olía a humedad, el piso era inestable en algunas partes y ascendía para volver a descender de manera continua. Seguían un paso que descendía en zigzag. Ya empezaba a cansarle a Andrés aquel trayecto monótono.
En una curva todo volvió a cambiar; la luz se hizo brillante como de día, se escuchaba el sonido de una cascada al caer. Él pensó que estarían llegando a la salida por el otro extremo. La abuela dijo:
- Llegamos finalmente. Descendimos muchos metros y estamos en uno de los lugares claves de la Tierra, avanza hasta el lugar de donde proviene esa luz.
Pasaron por una especie de desfiladero a lo largo de una corriente generada por la cascada que momentos antes había escuchado sonar. No habían cruzado de un extremo al otro como él había pensado, la luz provenía de lo alto del techo de aquella cueva desde una perforación de gran diámetro y que de tan redondo parecía artificial. Pero lo más impactante era la dirección que esta luz tenía; incidía exactamente en el centro de aquella sala redonda y magnífica, y en ese centro estaba un gigantesco ángel de un color azul-dorado, mediría unos veinte metros y había que levantar inusitadamente la cabeza para observar su rostro.
El ángel tenía una expresión serena y parecía ser de oro, de un oro que habría sido acariciado por una infinidad de tiempo. No tenía pies, su manto lleno de pliegues los cubría y se ondulaba hacia arriba como si estuviera arrodillado, sus brazos estaban en actitud de oración, pero entre las manos sostenía una perfecta esfera azul de una piedra cuasi transparente, tornasolada y con vetas. Aquel ángel parecía ofrendar la esfera al cielo. Sus ojos también eran especiales, rasgados y en las cuencas tenían insertadas piedras de un azul oscuro y brillante. Tenía una aureola transparente, como de cristal, sobre la cabeza.
El resto de la sala no era menos espléndido; en torno al ángel había siete esfinges de roca del tamaño de cuatro búfalos incrustadas con una variedad de piedras preciosas que casi las cubrían por completo, estas figuras de rostros enigmáticos y ojos también rasgados, circundaban al ángel en actitud de alabanza. Las paredes eran distintas a las de los pasillos, estaban cubiertas de láminas doradas, al igual que el piso y el techo, el dorado era un poco rojizo y proyectaba de manera singular la luz natural que provenía desde arriba.
En cada una de las cuatro orillas del techo cóncavo se distinguían cuatro complicadas cartas astrales también metalizadas, pero de color azul y plateado, debajo de cada una de ellas, se posaban unos gigantescos candelabros que daban la apariencia de haber sido colocados ahí hacía muy poco tiempo. También estaban unos sitiales recamados en oro. Melissa dio tiempo a que su nieto contemplara a sus anchas la espectacular sala. Todo permaneció en silencio durante minutos.
Finalmente la abuela se dirigió a él en tono solemne:
-Andrés, esperé durante años para hacer este viaje y mostrarte este lugar que está muy cercano a mí y que a partir de ahora será también vital para ti. Es una manera de limpiar lo pasado y una oportunidad para renovarte de lo que te pudiera atar a él. A este sitio se remontan los orígenes de la humanidad espiritual y aquí han sido revelados los más grandes secretos desde el inicio de los tiempos. Memorízalo bien, porque tal vez la próxima vez habrás de venir tú solo.
Él sintió que a partir de ese momento su vida quedaba ligada a ese santuario, no sabía por qué causas extrañas, pero desde entonces pertenecería a él.
La abuela, después de haber encendido los enormes candelabros, tomó un sitial y ofreció otro al muchacho, a continuación unió sus manos y murmuró una especie de oración en alguna lengua secreta. Andrés sintió un profundo respeto por la dama y por el lugar en el que estaban; un sitio tan solemne, sagrado y misterioso.
- Aquí es donde el Elegido, acompañado por los cuatro elementos y por las fuerzas telúricas y cósmicas, pierde su personalidad ilusoria – dijo Melissa- . Estamos en el recinto de la primera muerte. El piso superior simboliza el sepulcro, la separación consciente del cuerpo físico, la segunda muerte. Tú, hijo, con tu nacimiento en el mundo físico has recibido el bautismo de la Tierra; con la pérdida de la personalidad y el nacimiento en el mundo mágico, has recibido el bautismo del agua; con la separación consciente del cuerpo físico recibirás el bautismo del fuego. Después, con la separación consciente del cuerpo mágico, recibirás el bautismo del aire.
El joven miró fijamente a los ojos de su abuela sin responder, sin comprender totalmente el significado de aquellas frases tan extrañas que le había dirigido. La abuela lo notó de inmediato y continuó:
- Ahora tal vez no comprendas del todo lo que te quiero decir; pero para eso estamos aquí, yo deseo que poco a poco te inicies en esto, para ti es muy importante.
- ¿Por qué es importante para mí?
- Tú ya nos has escuchado discutir acerca de esto. Es necesaria tu purificación. Tu nacimiento se suscitó rodeado de catástrofes y circunstancias extrañas. Yo pienso que es necesario borrar todo eso y buscar los caminos correctos. Te diré una cosa: eres un joven con una inteligencia privilegiada, en parte por herencia natural, en parte por genética aplicada, eso no interesa, lo que importa es que tu inteligencia es superior, y yo me ocuparé de que la aproveches positivamente.
- Abuela…
- Escucha -continuó ella-, esta no es una discusión como las que tengo con tu madre. Tú eres más inteligente que ella y comprenderás que estamos aquí por un motivo trascendental. Quisiera que hablemos con tranquilidad.
El joven la miraba con cierto recelo, sin embargo se mostraba perceptivo. Melissa sacó una biblia de su mochila y la abrió con respeto.
- Quiero que escuches algo sobre el Apocalipsis y me digas lo que piensas acerca de esto:
”Cuando el cordero hubo abierto el séptimo sello, siguióle un gran silencio en el cielo, cosa de media hora. Y vi luego a siete ángeles que estaban en pie delante de Dios; y diéronseles siete trompetas.
Vino entonces otro ángel, y púsose ante el altar con un incensario de oro; y diéronsele muchos perfumes, compuestos de las oraciones de todos los santos para que los ofreciese sobre el altar de oro, colocado ante el trono de Dios.
Y el humo de los perfumes o aromas encendidos de las oraciones de los santos subió por la mano del ángel al acatamiento de Dios.
Tomó luego el ángel el incensario, llenólo de fuego del altar, y arrojando este fuego a la tierra, sintiéronse truenos, y voces, y relámpagos, y un grande terremoto.
Entretanto los siete ángeles, que tenían las siete trompetas, se dispusieron para tocarlas.
Tocó, pues, el primer ángel la trompeta; y formóse una tempestad de granizo y fuego, mezclados con sangre, y descargó sobre la tierra, con lo que la tercera parte de la tierra se abrasó, y con ella se quemó la tercera parte de los árboles, y toda la hierba verde.
El segundo ángel tocó también la trompeta; y al momento se vio caer en el mar como un grande monte, todo de fuego, y la tercera parte del mar se convirtió en sangre;
Y murió la tercera parte de las criaturas que vivían en el mar, y pereció la tercera parte de las aves.
Y el tercer ángel tocó la trompeta; y cayó del cielo una grande estrella o cometa, ardiendo como una tea, y vino a caer en la tercera parte de los ríos y en los manantiales de las aguas.
Y el nombre de la estrella es Ajenjo; y así la tercera parte de las aguas se convirtió en Ajenjo, o tomó su mal gusto; con lo que muchos hombres murieron a causa de las aguas, porque se hicieron amargas.
Después tocó la trompeta el cuarto ángel; y quedó herida de tinieblas la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, de tal manera que se oscurecieron en su tercera parte, y así quedó privado el día de la tercera parte de su luz, y lo mismo la noche.
Entonces miré, y oí la voz de una águila que iba volando por medio del cielo, y diciendo a grandes gritos: ¡Ay, ay, ay, de los moradores de la tierra, por causa del sonido de las trompetas que
los otros tres ángeles han de tocar!"
Al final de la lectura Melissa miró a su nieto con aire interrogante.
Por supuesto que el joven conocía la Biblia, la había leído alguna vez, sin embargo en esta ocasión, aquella lectura en voz alta lo impresionó. Pudo ser el énfasis tan especial usado por su abuela, tal vez el ambiente extraño que les rtodeaba… o la ansiedad y emoción de los días previos a su partida hacia aquel viaje; no lo sabía con exactitud, pero la lectura del texto le impactó, y más aún, relacionó este pasaje del Apocalipsis con su nacimiento y los días de oscuridad. Ahora comprendía lo que Melissa había intentado decir durante toda su vida, ahora entendía el porqué de esa preocupación.
- Nuestros remotos antepasados, dijo Melissa, conocían las leyes eternas de la Tierra. Este planeta que habitamos contribuyó a nuestra creación; así nos lo expresa la Biblia, como expresa todas las ideas importantes que debemos conservar: el primer hombre fue hecho de tierra y de agua: el limo o el barro; el aire y el Sol le dieron consistencia y recibió la vida. La Tierra fue siempre ha sido un ángel, aquí lo ves representado- dijo señalando el Angel Azul.
- Abuela… ¿qué esperas de mí?
- Lo mejor, Andrés… mira… ya comprendes que tu nacimiento se dio justo en medio de la oscuridad. Tus padres han refutado todas mis creencias, pero aún así, yo sé que por algo naciste en ese día… Y todo aquel nacido en aquellos días, lleva un estigma: tú eliges la sabiduría y la luz… o las tinieblas, Andrés…
Andrés se quedó confundido, sintió sobre sí el peso de lo que su abuela decía. Él, Andrés, el programado genéticamente para triunfar, ahora sentía sobre sí una carga insoportable. Más cuando Melissa añadió.
- Serás un baluarte de la humanidad, serás luz, tú no te perderás, llevo años preparando tu iniciación. No me defraudarás, ¿verdad?
- No abuela, no te defraudaré. Seré tu iniciado.
Continuará...
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