Me encuentro en medio de la agitación, entre cerebros que van y vienen, pies y piernas que sufren un constante meno ayudados por el tronco y la inestimable colaboración de los brazos, como no.
Acompañan con este bamboleo a las melodías reinantes, un conjunto de sonidos, ritmos, espirales de guitarras, platillos, ... y voces, que emiten sin duda, algún tipo de mensaje que no llego a entender entre tanto jaleo.
El alcolhol comienza entonces a hacer mella en mi pequeño organismo unicelular y me engrandezco..., caigo..., cierro los ojos..., ruido de cristales..., me aplastan.
Hay aplausos, silbidos, murmullos de satisfacción que me hacen entender que la gente lo pasa en grande, "¡otra más, no vamos a callar!"
Mi cabeza está a punto de sufrir una convulsión, pero mis oidos aguantan heroicos gracias al descanso que toman en los pocos descansos que se producen,... también el torax agradece cuando deja de vibrar y de ser una gaseosa agitada,... pero las tripas aún lo notan,...
Y es que ningún punto nervioso de mi cuerpo se queda indiferente ante lo que se conoce como la música de hoy, de ayer, y de siempre: el rock and roll.
Pero qué diferente se vive al otro lado de la barra!!!
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