(07/07/04)
Viniste esa noche haciéndote el ganador, con la sonrisa de oreja a oreja, sabiendo que me tenías dominada, y te encontraste con una gata que no te quería ni mirar a los ojos, con novio y dos amantes, con amigos que la querían llevar a la cama, y todas esas cosas que vos estando con ella no te hubieras imaginado que hacía a tus espaldas, porque parecía que te amaba tanto...
Yo venía con el miedo nublándome la mente y acababa de dejar a mi novio en la puerta de la casa con una excusa tonta, luego de haber pasado una noche espectacular.

Tiraste la boca en la primera oportunidad.
Y rebotaste...
Yo no te quería besar. Necesitaba probarme a mi misma que era fuerte.

Empezaste con el juego...
Los besos en el cuello que antes me hubieran vuelto loca, ya no me causaban efecto.
Las manos heladas tocándome ya no me motivaban.
Tu respiración en el oído ya no significaba nada.

Pero cedí al pasado.
Cedí a los recuerdos y me dejé llevar.

Los besos que extrañaba.
Tu piel, tus labios, tus manos.

Todos los demás eran tan distintos y por más que yo amaba a mi novio, tu cuerpo era mi perdisión.

Vos no eras la persona para mi... nunca íbamos a llegar nada... incluso si los dos nos reenamoráramos... porque veníamos de mundos distintos, porque nuestra vida era distinta, porque aspirábamos a cosas muy diferentes.
Dos o tres horas al mes, en la cama de turno, con las ganas a flor de piel era todo lo que podía pedir y quería dar.

Ya no importaba tu novia o mi novio, tu vida o mi vida. Ese descargo, esa conexión al pasado, era una droga demasiado fuerte como para dejarla.