Es la hija de la calle, el trapo sucio de la sociedad, regala su amor al mejor postor y sin mirarte a los ojos te lleva al éxtasis.
Se le caen las lágrimas mientras almas sin razones le arrojan verdes papeles... arrogantes, mezquinos, falsos, nauseabundos. Y en tanto ella baila con la gracia de un cisne y los cuerpos la llaman, la solicitan, se exitan.
No tiene una vida a la luz del sol, ella ES la noche. Mil estrellas la vigilan cuando ella regatea unos pesos más, unos pesos menos por el show. La oscuridad se cierne sobre su ser cual manto y la cubre de luceros para verse mejor, el maquillaje oculta trás su capa la verdadera cara del sufrimiento y no demuestra errores a la hora de actuar.
Todas las noches es lo mismo, vestirse para la ocasión. Salir es algo rutinario y ella se vuelve cada vez más frágil. Se esconde detrás de su ropa y se levanta el telón. Es cómo por inercia que en cuanto se escucha la música ella dance y divierta, sabe lo que tiene que hacer, pero por más que lo quiera ya no puede detenerse.
Una que otra vez aparece ese borracho que la toma del brazo y la arrastra afuera para violarla, pero ella se resiste, en seguida aparece él para llevarla a salvo a la habitación, no sin antes recibir "su recompensa".
Una noche para todos, acostarse con ella es el sueño de cualquiera de los hombres. Se cotiza, porque se conoce.
Espera tranquila en la esquina a que el típico auto baje las ventanas y se la lleve.
Pero en cuanto las luces se encienden y la realidad vuelve a revalsar las calles, las estrellas se apagan, los luceros no la visten y no hay música que la ayude a estremecer multitudes. Se transforma en esa niña pequeña, indefensa, solitaria, de ojos tristes y mirada perdida que una vez conocí. La realidad también la inunda y la golpea con fuerza, se lo remarca en las ojeras que el maquillaje ya no cubre, en el cansancio que el sueño jamás recuperará, en el tono de la voz que no tiene color.
Es un fantasma en cuanto despunta el alba y pasa a través de las vidrieras, a través de las plazas, a través de las personas y nadie se da cuenta, y por más que no quiera, acepta ser ese trapo sucio de la sociedad, porque es la única manera en la que puede vivir.
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