Había un señor con alas grandes que se reía. Se reía mucho, yo no sé de que, yo estaba sentada en una silla de madera con respaldo de seis metros... y había un monstruo de blanco que me apuntaba con un báculo plateado, le quise pegar, pero se me escaparon las manos.
Había, en las paredes escritas, recetas de cocina, en todos los idiomas. Se veían tan lindos los dibujitos, quería hacerlas todas. También observé muchos almohadones rosados que saltaban y hacían BOING!
Vi una mariposa gigante que me tomó por las manos, me subió al techo y me lanzó para saber si yo rebotaba. A mi lado pasó rodando una luna con tres ratones y muchas estrellitas que hacían las veces de cola del extraño barrilete, y muchas hojas me envonlvieron y me hicieron un vestido amarillo.
Calleron, sin previo aviso, un millón y medio de copos de hielo, pensé que llegaba el invierno, pero una iguana con un reloj de bolsillo me dijo que todavía no, que faltaban al menos dos estaciones más para que llegaramos a Amsterdam.
Cuando dejé de mirarlo me dí cuenta de que ya estabamos en diciembre y que faltaba poco para llegar. Nunca supe muy bien a donde, pero quería llegar ya. Estaba ansiosa y la verdad me corrían las lágrimas de felicidad.
Las veces que recorría ese camino sin saber si vería el final y ahora por fin veía ese claro en el bosque. La de cosas que debés haber dicho con tu amiga de mi. La de cosas que debés de haber hablado con mi oruga, nunca me la devolviste.
No te quería odiar, pero las cosas se dieron así.
En verdad ya no me acuerdo quién sos, pero me acuerdo que me llevabas de la mano cuando nadie más quería estar conmigo. Siempre me gustaste, no por ser más grande que yo ni nada, y pensar que ahora estás cuatro metros más lejos que yo. La carrera se terminó, ya lo sé, pero igual, yo nunca llegué.
Vos tampoco me esperaste, que me importa que seas una liebre.
Y tus cabellos se enredaron en mis piernas, me hicieorn caer, y llorar, porque me dolió.
Y así cómo empezó se terminó todo. Me llevas a dar otra vuelta?