La luz baila ahora. Y me mira con sus enormes ojos claros. Pero escapa sin decir nada. Me huye como todos... Avienta fogonazos que reverberan iluminando el cortísimo espacio de mis ojos, estallando en mis retinas, estrellándose en ellas. Fluyendo... Expandiéndose... Abarcándome... Luego, se apaga. Pero su rastro permanece unos segundos, hasta diluirse finalmente. No puede ir más rápido. No puede perpetuarse tampoco. Ella, como nosotros, utiliza los medios físicos para manifestarse. Y, ellos, éstos medios físicos, éstos caminos utilitarios, son extremadamente frágiles. Y, ellos, también sufren el deterioro... Ellos, los elementos, los conductos, los medios que emplea la luz para manifestarse, son factibles de perecimiento. Como ocurre con nosotros con nuestros cuerpos... Ellos, al permitir por sus extremos el paso de la energía, y transformarla en luz misma, pues, pueden, como así ocurre inevitablemente, fundirse.
Lima, enero 2005.
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