Has escuchado el tema de Fito Páez que dice algo así como “… yo no buscaba nadie, y te vi…”? pues es así pero algo distinto. Entre las lecturas del domingo y la curiosidad espantosa que he logrado disimular con los años, tenía que cruzarse en mi oído la asombrosa frase “puedo guardar tus secretos bajo siete llaves y fingir que las he perdido todas”. Entonces me dio por voltear la mirada y encontrarte. Y te juro que yo no lo esperaba, que yo no pretendía ni lo imaginé, pero ya estabas ahí, parado con tu cara de curioso disimulado, que es parecida, pero no igual.
Y claro, la empresa no podía ser fructífera sin un poco de ayuda, no encontré otra cosa que inventarme casualidades. Me fui por los rincones que acostumbrabas visitar fingiendo una inocencia absoluta cuando te observaba sonreír con los rayados que dejaba en tu ventana. Y la hora de los encuentros tenía que llegar un 19 de Noviembre cuando te dio por escribirme en la ventana. Coincidimos entre casualísticas convenidas y acuerdos también disimulados.
Y ahí estábamos, fingiendo no ser lo que éramos. Tú niñito y yo niñita y dos ganas enormes de jugar a inventar una historia común. Y como de casualidades está hecha la vida, un día cruzamos las voces simultáneas en un hola que dio origen a miles de horas. ¿Puede un hola comenzar a generar tiempo y tiempos?, el caso es que ahí estaba la historia para crearse y recrearse con infancias que fueron haciéndose en presentes y presentes cargados de futuros.
Puede que todo haya estado escrito, con borrones y paréntesis explicativos y con lápiz grafito para reinventar las partituras, pero se siente naciente, cada segundo de los que vivimos se sienten tan nuevos, tan perfectamente emergentes, como tu risa y mi sonrisa que alcanzas a percibir en el silencio. Todo parece un juego sin bases para leer, entonces vamos decorando con inventos que inútiles, le otorgan ese significado profundo a la memoria.
¿Qué pasó con la brújula? Claro, vino a instalarse en puntos cardinales de rincones tan aislados, la brújula se perdió entre agujas que giraban a mil por horas. Y es que somos dos prófugos de lugares transitados, una simple línea puede ser nuestro territorio más preciado. Creo que me voy tomando tus palabras sin observar si asientes con la cabeza. Disculpa si digo algo que no es cierto, ya ves que puedo ser la más inductora cuando me animo y soy feliz.
¿Puedo seguir jugando? Apostaría que respondes un sí.
Y esta página esteparia se va poblando de vivencias, no era nada antes de ser nosotros, como diría Mario, y ahora es una historia, que no es cuento ni poesía, pero que no está tan lejos. Podemos tocarla y leerla, y si podemos sentirla además estamos cerca de ser los protagonistas. Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero… y dejo espacio para escribir, todo lo que viene.
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