A veces nos topamos con personas con la capacidad de desaparecer del todo, del ámbito de lo por nuestro conocido. Creemos que mueren, o que se está muriendo, o que se están escapando del influjo de nuestro amor.

El amor, a veces, pareciera ser como un oxígeno. Y nos encontramos con que hay gente que huye de ese oxígeno. Lo triste del caso es que el amor, nuestro oxígeno, es todo lo que podemos dar.

Nos averguenza y nos lleva a menos pensar que hay gente que puede necesitar de nuestro oxígeno mucho menos de lo que creemos. Nos engañamos al creer que la forma que nuestro amor da es la forma de lo que la persona es. Tambien sucede, a veces, que creemos que la persona está muriendo o que se está resignando a la muerte, cueando en realidad está buscando la vida, la verdadera vida fuera del alcance de nuestro amor.

Sucede, que cuando uno se siente necesitado en realidad está matando.

Solemos, en la conciencia de nuestro amor inconsciente, intentar dar un poquito de oxígeno a aquello que se nos aparenta que está muriendo..., reafirmando así los lazos de ahogamiento. Preferimos matar de esta manera - con todo el treaterismo con que viene acompañado - antes de darnos cuenta de que no somos necesarios. Quien se atreve a morir en situaciones de esta índole, se libera de un peso para siempre.