Inicio / Cuenteros Locales / Soli / La Nave Rota
“Lo lamento” – el Doctor lo lamentaba. Aparentemente perdimos la oportunidad de elevarnos hacia un mundo mejor de aquellos que ya hemos visto mil y una veces en las películas mientras a alguna chica o a algún chico le arrancan el cerebro o le torturan a seres queridos para que se mantengan en un estado de tensión propicio para iniciarle la lectura de sus entrañas y sacarle toda la mierda extraterrestre que lleva dentro consigo.
“Lo lamento” – repite el Doctor en tono de indiscutible superioridad de quien lleva el control de la nave de los mundos paradisíacos, probablemente de lo que alguna vez fue o de lo que somos.
“Nos hemos quedado sin combustible” – se excusa el Doctor. “Verán: el chico dio la cara ya no podemos crear más jugarretas de terror para seguir secuestrando a los propicios para el sacrificio”.
“¿Y hasta cuándo pensaba seguir Usted sacrificando Doctor, con la excusa de que todo iría a salir de perlas?”
“Los errores pueden ser corregidos y ya estamos aprendiendo a evitar las fallas casuales que ocurren en este tipo de aprendizaje mi señora” – Los ojos se le ponen pálidos en lectura de muerte que se le mete dentro. Realmente no sabemos si el Doctor pertenece a lo que se conoce como Masonería o si es un desertor presto a crear su propia secta con miras a crear su propio imperio con miras de forjar un control absoluto sobre todos los seres del planeta tierra con miras a…
No veas.
Pero parece ser que es cierto: tienen a uno. A uno de mil. De mil que si se les elimina aparecerán un millón. Los hacen presos pero quienes los hacen presos a su vez apresan: todo tiene que ver con el extraño síndrome del temor de ver al mundo tal cual es: Una especie de maqueta diseñada por insectos para el control de las almas humanas.
No es de extrañarnos que los miedos converjan en distintos tipos de síndromes del miedo y que entre todos ellos se señalen, apunten y acusen en un paroxismo de exterminio en donde todos ven en los otros las culpas de sus miedos.
Etapas finales sin posibilidades de recuperación.
Así que el chico que da la cara parece ser la mejor gasolina del mundo. Un poco ingenuo, un poco inocente pero definitivamente la mejor gasolina del mundo. Basta sólo con quererlo, con señalarle sus errores, con enseñarle, con amaestrarle un poco en el arte de los que somos y no permitirle ser tocado por ninguno de los enemigos… separarle.
Se pintan mundos infernales en el cielo una y otra vez, el mandón se cambia por el sometido y éste a su vez se convierte en mandón.
Por favor: repitan el procedimiento hasta el cansancio.
|
Texto agregado el 28-07-2005, y leído por 267
visitantes. (0 votos)
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login
|