Con su caminar errante y la mirada extraviada, la Assh-manee consume calle tras calle, pueblo tras pueblo. Ejecutando su condena con impavida indiferencia. Exhalando muerte a cada paso.

No hay escondite ni salvacion posible. el veneno de su aliento penetra los intersticios de las ventas y se cuela por las rendijas de las puertas, se mete bajo las cobijas de las camas y los pañuelos de seda.

Ella es la Muerte-que-camina, Un rumor que las madres utilizan para asustar a sus hijos y obligarlos a comer.

Quienes ven su fantasmal figura acercarse lanzan gritos de horros, abandonan sus deberes y salen hiyendo. Ella es una sentencia de muerte, implacable e indiscriminada.

La Assh- manee no perdona a niños ni anicanos, mujeres ni hombres, plantas ni animales. Asi el potentado como el mendigo, el sacerdote como el zapatero caeran inexorablemente, petrificados, inmortalizando sus muecas de dolor y desesperacion.

Infatigables, los pies de la Assh-manee nunca cesan de avanzar, uno delante de otro. Hace demasiado tiempo que perdió la cordura, como para sentir hambre o cansancio.

Dicen que enloquecio al ver morir a sus hijos, a su familia, a la gente de su pueblo.

Dicen que fue culpa de un hechicero. una venganza pactada con lo demonios de Asshia-Khudai. Que bien pudo ser cualquier otra en su lugar, que para el odio no existen nombres ni rostros, solo instrumentos, medios para un fin.

Pero esas son solo conjeturas, imposibles de confirmar pues todos cuantos la han visto ya no se cuentan entre los vivos.

Mientras tanto, la Assh-manee continua vagando sin rumbo por las calles del reino, llevando la muerte en su aliento, sin descanzo.