Yo siempre me he esforzado en al menos, caerle simpático. Casi todas las mañanas me cruzo con ella y finjo una sonrisa, aunque malditas sean las ganas que tengo; le deseo amablemente buenos días; siempre le franqueo el paso y le mantengo el portal abierto mientras sale o entra; incluso le ayudé a subir la compra en alguna ocasión
Le cedo siempre el ascensor, pues se niega a encerrarse con ningún hombre en un sitio tan estrecho y menos conmigo.
Tampoco he protestado jamás del impresentable perrito que la acompaña a todas horas con sus estridentes ladridos, el cual va dejando sus caquitas en el portal; hasta me hago elegantemente el sueco cuando lo pillo in-fraganti en plena deposición; aunque mi primera reacción sería darle una patada;
Nunca la llamo vieja-loro, como la llaman todos los vecinos, bueno, al menos no se lo digo en su cara....
A cambio...que he recibido?: Miradas torvas despreciativas e huidizas; ser el centro de sus cuchicheos de vecina cotilla a mis espaldas; que su perro orine en mi felpudo; sus mas inhumanas críticas y que me acuse injusta e infundadamente de juerguista y asocial en las reuniones de la comunidad.
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Son las tres de la mañana; vengo del velatorio del padre de un compañero; el ascensor no funciona, tengo que subir andando...
A la altura del tercero oigo golpes en la puerta del ascensor... es ella, grita como una posesa y estoy tentado de decirle algo… Pero sigo hacia arriba y no hago caso, si intento prestarle ayuda, me acusará de dejarla encerrada, o me criticará por volver a las tres de la mañana...o vete tu a saber si se le ocurre decir que intenté violarla en el ascensor: mejor dejarla, que la ayude otro.
En casa: ceno, veo la tv y no hago mas que darle vueltas: “joder, no puedo hacer esto, debo buscar ayuda; es una especie de arpía, pero al fin y al cabo es un ser humano”...se la oye gritar a lo lejos. Decido al fin tomar la decisión mas acertada, acabar con mis remordimientos de golpe y subir el volumen del televisor...
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