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Inicio / Cuenteros Locales / compa / El milagro de una lágrima

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Su confuso sentido de la realidad, solo hizo más difícil el problema. Me detuve allí, pues tenía que ganar tiempo. Era necesario pensar rápido, analizar muy bien las cosas y definir como iba a reaccionar ante tremendo dilema.

Ella por un lado, seguía luchando contra su propio destino y digo luchando, porque jamás la había visto antes, aferrarse tanto a algo, como esta vez.

-Dr., ¿Cómo se siente ahora la muchacha?, ¿Cómo está la bebé?, ¿Qué podemos hacer por ellos?, ¿corre peligro mi hija?-

Un tropel de preguntas, se correspondían con mi angustia, en busca de respuestas que ya conocía de antemano, pero que necesitaba escuchar, en la voz del médico de guardia.

La muchacha, ni se sentía bien, ni la bebé estaba fuera de peligro, no podíamos hacer nada por ellos y mi niña, mi adorada hija estaba, en el umbral de la muerte.

Mely, era tan feliz, que al cumplir su mayoría de edad, consideraba, y así lo creían sus tres hermanas mayores, que ya estaba preparada para enfrentar al mundo ella sola.

Al cumplir sus dieciocho años, se paseaba por la fantasía que llevan por dentro, la mayoría de las jovencitas de esa edad, en un desenfrenado desafió, que a veces, hasta nos asustaba a su madre y a mí, cuando nos presentó a su primer pretendiente, como si ya lo conociéramos; cuando nos confrontó por primera vez y nos reprochó, por un advertencia sutil que le hicimos; cuando llegó tarde por primera vez, en un estado de ánimo desaforado y estrafalario, producto de una ingesta de licor; cuando nos mintió, al no regresar a tiempo a su casa y se tuvo que quedar en la de su amiga Maryorys y ésta tartamudeó, cuando la interrogamos para corroborar la versión de nuestra hija; cuando sin razón aparente expresó que………….

-Papi, ¡Estoy embarazada!-me dijo sin el menor indicio de pudor y con las mayor tranquilidad del mundo.

La sorpresa no me impactó tanto, porque mi cerebro y mi corazón me alertaban, cada vez que notaba un cambio en su rutina, pero déjenme decir una cosa,….. ¡Me dolió! Si, me dolió bien dolido, como decimos los indios. Una daga de acero me atravesó el corazón, porque yo idealizaba la suerte de mi niña, de otra manera y sentí, desde ese momento, que mi ilusión de verla felizmente casada, como tradicionalmente lo exige nuestra sociedad, se había alejado a un que sé yo infinito y con ella mi respeto y consideración.

-Dr., ¡Dígame! ¿Que podemos hacer?-

El médico muy serio, me explicó, que debido a una misteriosa enfermedad que la chica padecía, fueron activados todos los mecanismos de defensa de su organismo. Sus valores subieron alarmantemente, el colesterol, la creatinina y la glicemia, mientras que la tensión arterial, rozaba los límites tolerables para una persona en su estado normal y ella por estar embarazada, corría un riesgo mucho mayor.

En su detallada explicación, me hablaba con más tensión que otra cosa, enfatizando con realismo, que la misma enfermedad reclamaba para sí, su territorio y veía a la inocente criatura, como un intruso, como un cuerpo no autorizado para traspasar las fronteras de la vida, mientras que mely, sin culpa aparente, ignoraba de aquella batalla que se libraba en sus entrañas, deslizando con desesperación y angustia, una mirada a su entorno, como buscando protección y ayuda para su bebé, sin importarle su vida misma, pero siempre se encontraba con las nuestras, todavía más angustiadas y pesarosas, que iban cargadas además, con una impotencia reprimida y una rabia implícita en ellas.

Teníamos que decidir entre dos vidas y sin ser Dios, decidimos preservar la vida de mi hija por encima de la otra.

¿En que código está escrito?,¿Como debemos proceder, con mi adolorida Mely, si se aferra a la vida incipiente de su hija, mientras nosotros le aflojamos los brazos, para que la suelte?

Yo, que jamás en mi vida había desgranado una lágrima ni exteriorizado un sentimiento, me retorcía en lo más íntimo de mi ser, implorándole a Dios, por una tregua entre los dos accionantes, para negociar una solución real.

El médico tratante me indicaba, que la chica, con 23 semanas de gestación, no podía soportar por más tiempo, ningún tratamiento efectivo para detener el asalto, pues era imposible llegar más lejos con su embarazo, debido al alto riesgo que significaba para la primeriza madre.

Aceptamos con prudencia y resignación, la desdichada decisión médica y esperamos fuera de la habitación, casi toda la familia completa e hicimos vigilia en el pasillo que dá al quirófano del hospital.

Después de cinco horas que resultaron inaguantables, pasó por nuestro lado la chica adolorida. Semi inconsciente, me regaló una sonrisa que hizo estallar en mí, toda la emoción reprimida que durante tanto tiempo, moraba en mi corazón pujando por salir a respirar nuevos caminos.

Ella miró con atención, como una pequeña lágrima recorría la corta distancia desde mis ojos, bajando cansada hasta la barbilla, dibujando una huella salada y fría en mis mejillas.

En su mirada, reflejaba a una tristeza coqueteando con esa sonrisa, cuando vió mis lágrimas brotar.

Esa mirada suya consiguió multiplicar, un trozo de mi vida en milagros de amor y logró que Dios me hiciera comprender con una simple lágrima, como se hace sublime, ¡lo inexplicable!

Texto agregado el 27-07-2005, y leído por 289 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
01-08-2005 Que lindo, tocaste en lo mas profundo de mi alma, esos bellos sentimientos... gracias por el mensaje!!mis* denada
31-07-2005 Es totalmente impresionante la pluma de este compa! nildamir
28-07-2005 Varios minutos en silencio con la cabeza agarrada por las dos manos después la lectura de tu texto para que al final desistiera de intentar escribir algo que solo el silencio puede describir. Antes temia a caerme, a que me perforen con un metal, a que me equivoque con mi paso, ahora me da miedo, me aterra mucho más que mi hija se caiga y todo lo demás que no quiero no pensar. Reconcomiosapiens
27-07-2005 Que bello relato, apreto al corazón pero a veces sentirnos tristes nos despierta mis ***** lluvia59
27-07-2005 impecable, tierno este cuento esta impregnado ante todo de una ternura incondicional, esa q une a este padre y esta hija el_hada_perdida
27-07-2005 Desgarrador texto, ¡Cuán grande es el amor paterno! Gracias por la lectura, has dejado un hermoso mensaje para la juventud. HoneyRocio
27-07-2005 en ocasiones, hay que sacrificar algo en pos de algo, en esta ocasion fue una vida, pero la vida misma es así. Me emociono, felicidades strellita
27-07-2005 si la emoción trepa sin permiso,y se enrieda,con el corazón,un cuento muy real yo creo qué sucede ,más de lo qué imaginamos ,demas está decirte,qué muy bueno y muy bien narrado felicidades***** lagunita
27-07-2005 Me emocionaste mucho con este relato y me dejaste sin spalabras. Es un relato triste que toca el alma. Te felicito y espero que solo sea un cuento, y no que alguna vez te haya ocurrido esto tan doloroso. Besitos y estrellas. Magda gmmagdalena
 
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