Creció con una particularidad inusitada. El tiempo corría más aprisa de lo debido y hubo una interpolación desprevenida que lo afectaba sin saberlo. Por eso, nunca se permitió festejar su aniversario de nacimiento. Lo veía cursi e innecesario y decidió acogerse en una austeridad voluntaria, a vivir su vida, sin prejuicios y aprensiones que no lo aisló ni lo separó de nadie, pero que le moldeó una personalidad diferente.

.-Abuelito, ¿Cuando cumples año?- le preguntó curiosa su nieta de seis añitos llamada María Celeste.

.-¡Unos de estos días!- le contestó reflexivo y despreocupado.

La niñita sin comprender, arremete de nuevo contra su abuelo con más interés todavía.

.-Ah no abuelito, ¡Dime por favor!-

.-Mira María Celeste, quiero que sepas, que vivimos en mundo todo al revés. Le damos importancia indebida a cosas que no tienen ningún valor.-

.-No importa, yo tan solo quiero saber... ¡Cuando cumples año!.-

.-Está bien María Celeste, te contestaré con un acertijo, si logras descifrarlo, accederé a cualquier detalle de festejo que quieras hacerme.-

.-Ah no abuelito, siempre me sales con lo mismo.- le refutó la niña, con una carita de enojo, pero simpática y agradable, aceptando de paso la charada.

.-Muy bien abuelito, pero tienes que compartir nuestra manifestación de amor y cariño si logro adivinar.-la niña se preparó para escuchar de su abuelo querido, el acertijo propuesto.

.-Nací en la mitad del mismo día, de la mitad de la mitad del mismo día, de la mitad del mismo siglo.- lo anunció el viejito bellaco con una sonrisa de disimulo y satisfacción como para descalificar las capacidades de una niña, que si bien era muy inteligente y acuciosa, no escapaba a su limite de posibilidades y de expectativas, y menos para lograr descifrar el enigma, interpuesto por su abuelo del alma.

Copió en un papelito la adivinanza propuesta y se dirigió rauda hasta sus padres, quienes no sabían a ciencia cierta, cuál era la fecha de nacimiento del viejito Rafael, padre ejemplar de Isabel, la mamá de Maria Celeste.

La Chicuela no se desanimó cuando ellos, no la pudieron ayudar y apeló al día siguiente, al conocimiento probado de su maestra, quien tampoco pudo acertar en su opinión y se dirigió al sacerdote, el padre Miguel. Éste no consiguió ningún indicio ni acercamiento a la solución del rompecabezas y María Celeste estaba agotando todas las fuentes de conocimiento del cuál disponía.

Le preguntó a sus amiguitos, a sus vecinos, a sus parientes más cercanos y no lograban adelantar nada.

De pronto se le iluminó el pensamiento y se acordó de su amigo el Cieguito Hilario, un viejo amigo de la familia quien en su ceguera, había marcado una tendencia de sabiduría innata debido a su incapacidad natural.

.- ¡Hola! Señor Hilario.-le saludó María Celeste luego de abordarlo con un besito en su mejilla arrugada y vellosa. Le contó sobre su abuelito Rafael y le propuso, en una lectura pausada y torpe, el acertijo que su abuelo le había encomendado resolver.

El viejo ciego de vista, pero con una suspicacia increíble comenzó su rutina de sabiduría.

El día tiene veinticuatro horas y según lo que me dices, la fecha de nacimiento de tu abuelito es el 12 de junio de 1950.Le dio las gracias y salió corriendo a avisarle a su mamá sobre su descubrimiento.

Al llegar la fecha de aniversario descubierta por la cariñosa y avezada niña, preparó junto a sus padres y amigos, tremenda torta de cumpleaños y esperaron al abuelo quien todas las tardes, daba su paseo vespertino por las soñadoras calles de la ciudad y alrededor del parque de distracción.

El abuelo Rafael, no reparó en la cantidad de vehículos que estacionados en la parte delantera de su residencia, aguardaban en una apariencia inequívoca de convocatoria.

Lo notó extraño, más siguió avanzando hacía el interior de su vivienda y al traspasar el vestíbulo….¡Sorpresa!

La expresión de desconcierto no fue fingida ni ensayada y miró a su alrededor a casi toda su familia reunida.

Vió a su nieta María Celeste, con una sonrisa de satisfacción y risueña por haber vencido la resistencia terca de su querido abuelo y ella, en un arranque de entusiasmo y placer por festejar su Cumpleaños, se abalanzó a sus brazos y le alcanzó a decir entre sonrisa y sonrisa:

¡Feliz Cumpleaños! ¡Y que cumplas un año más de vida!

Él, emocionado, tan solo atinó a decir con unas lágrimas asomando en sus mejillas:

.-Un año más,¡No!,.....¡Un año menos de vida!-