Y quería ir allí, donde no es posible alcanzarla. Poseída, sumergida en un río espeso y carmín. Camina sin agobio en su rostro, Se acabó la pena –decía. Impotente ante la muerte, pero saciada de vida. Se desliza de un lado a otro con los pies descalzos y la mirada arriba. Y tomó de ese dulce tallo que aloja su cabeza, Oh! Dulce agonía! Un destello de luz traspasó su piel, La llenó de magia, le transmitió el color. Simple pretexto, extraña teoría.
Texto agregado el 27-07-2005, y leído por 119 visitantes. (1 voto)