El puesto de “panchos” y hamburguesas era uno de los más concurridos del parque. Cada noche nos acercábamos a degustar sus especialidades al paso, mientras la brisa nocturna se mezclaba con el aroma de la carne asada, en una suerte de placer culinario inalcanzable. Hasta que aquel ciruja, indagando el basurero, cargó en su carro la mano humana que asomaba desde el interior del tacho...
Ana Cecilia.
Texto agregado el 19-09-2003, y leído por 302
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Lectores Opinan
19-09-2003
¡Sorprendente texto! ¿ o me equivoqué de autor? Es broma...
Un saludo. FALCON
19-09-2003
5 estrellas a la señorita..saludos y un petó Anna, felicitats monilili
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