Fue una situación realmente incómoda, los encontré inesperadamente, a la vuelta de un recuerdo. Reunidos, hablando mal de mí, conspirando.
Todos estaban ahí: Miguelito, Marcial, Nemesio, Judith, Doña Juana, Los gemelos, El Abuelo, Ángel y un adolescente que no conocía.
Del que menos esperaba esto era de Ángel, siempre fuimos muy unidos, siempre juntos, tomando uno el lugar del otro, éramos tan afines que la mayoría pensaba en nosotros como en una misma persona. Solo yo conocía la diferencia, Ángel era como mi lado oscuro, él hacía lo que yo no me atrevía, hablaba donde yo callaba, actuaba mientras yo observaba, nos complementábamos perfectamente, pero era cruel y algunas veces le tuve miedo. Por eso me dolió tanto encontrarlo junto a los otros, charlando despreocupadamente, criticándome, burlándose a mis espaldas, decidiendo mi futuro, sin haber tenido la cortesía de invitarme a la reunión, para limar asperezas, para aclarar malentendidos, para defenderme.
Al percatarse de mi presencia todos callaron avergonzados, todos, menos Ángel, él desafiante, mirándome directamente a los ojos, continuó explicando al grupo, como un maestro a sus alumnos, las ventajas que obtendrían al suprimirme, quitándome de en medio, arengó, ellos tendrían mayor presencia y exposición pública.
Alterado comprendí, que mi futuro estaba decidiéndose en ese momento, que de no intervenir inmediatamente perdería el control de la situación y terminaría como un paria. Decidido me planté frente al grupo y los enfrenté, pretendía recordarles que sin mí no son nada, que era yo quién mantenía unido al grupo, que todos ellos están en deuda conmigo, pretendía apelar a sus más nobles sentimientos, a la amistad, la familia, la lealtad; pero, al iniciar mi discurso, de mi boca sólo brotó un horrible graznido. “Ahhfgrprrrff....”, me aclaré la garganta y “Orpgtuspfff....”. No pude articular palabra.
Sus risas estallaron al instante y sus hirientes burlas, continuaron taladrando mi cerebro mientras corriendo me alejaba avergonzado.
Desde ese día, las voces en mi cabeza, tomaron el control.
Eventualmente me permiten emerger y dar un vistazo al mundo, sólo para recordar lo perdido y sumirme en una profunda depresión |