Hay palabras y conjuros que abren puertas de forma inesperada.
Hay palabras y conjuros que sin querer las cierran.
Llevo toda la tarde acordándome, reflexionando, pensando... Quizá por lo que me contaste de tu vida, O porque estás donde estás... Mientras me cepillaba los dientes antes de desayunar vi una grúa azul movida por el viento. Parecía la aguja de una brújula. Vi cosas a través de la ventana del baño. Vi cosas que llevaba tiempo sin ver. Un invernadero. La bruma. Las antenas de televisión a lo lejos. Sentí algo parecido a lo que debió sentir la bella durmiente después de 100 años. Esta mañana me comí la última naranja. Esta mañana el viento sacudía la ventana del baño.
Como Todo Humano necesitamos sonreír y reírnos a carcajadas. Necesitamos gritar, enojarnos, no tener razón y equivocarnos. Porque si en este momento veo mis ojos y no los tuyos, pido perdón y listo. Si veo... Es terrible, quiero que no ocurra, me desespero pensando en minutos perdidos que podría emplear en dar lo que otros te quitan.
No sé por qué, pero llego un momento de la vida en que las palabras dejan de respirar. No hay aire, no hay espacio. Empiezo a notar en las recónditas raíces de mi cuerpo roto el rumor de la savia y un latido en las ramas secas. Mi vida cambio en un segundo... Necesito aferrarme a un lenguaje exacto y puro para no ir a la deriva en el piélago de las emociones. Mi vocación, y todo lo que implica me hace jugármela, hasta volverme una loba.
Creo que incorporé funciones antes de vivir el deseo de hacer las cosas. Copié e imité las actitudes, ilusiones y miedos de los adultos. Ahora, aprendí a aprovechar cada día, cobrando los atrasos. Mate a la precocidad que me había hecho dolorosamente precaria.
De pronto todas las cosas parecen haberse colocado en su lugar. He cambiado algunos cuadros. He guardado algunas fotos. He puesto orden en el orden. Me he lanzado al vacío, sin red, nunca había hecho algo así. Estoy dispuesta a amputar lo que sea necesario.
La vida cambia de piel como las serpientes, la serpiente muere cuando no consigue cambiar de piel. Cambiar de piel es un mecanismo natural, cambiar de piel es la manifestación externa de un cambio interior, cambiar de piel seguramente influye en el discurso.
No escribo para divertirme, escribo para funcionar, como el que toma una droga. Eso me ata a la escritura, como a otros les ata un vicio. Cuando por alguna razón no puedo escribir, todo colapsa. Elegí escribir. Con el tiempo me di cuenta de que la escritura tarda en coger cuajo, como los buenos guisos. Madura conmigo y yo con ella. Tengo la sensación de que toda mi vida, la que fue y la que será, depende de este instante. De que sea lúcida, de que vaya con cautela, pero sin detenerme ni aminorar el paso, de que pase suficientes horas en el silencio para honrar un parto, un nuevo comienzo.
Imagino versos, rimas, conjuntos de letras que vagan erróneas, en una atmósfera inútil, que roba neuronas, que las intoxica... Y entre nosotros puedo decir que: deseo su vida, deseo su muerte.
Necesito irme a la cama temprano. Nunca había hecho algo así. Ver amanecer después de haber dormido. Buenas noches.
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