Relato de una noche
Versión sin cortes ni censuras
“... La noche cae junto al vodka, el pisco, el whisky, la coca y la yerba ... Lo que deseo explicar es para la niña que nadie invita a salir, para el que nunca se atrevió a invitarla. También, a la mujer que paso noches en vela esperando a su marido. Este relato de un mundo es para la puta de la esquina Alameda, que carterea a su paso, se perfuma de rimel y de labial rojo, suplicando por su puta inocencia. Esta intención esta destinada para la paloma ciega que busca escapatoria para volar entre todo este humo y las paredes cansadas de vibrar en este sismo, en esta risa de locura medieval.
En esta noche se juntan las emociones... ¿Podrías dejar de gritar?.. ¡Gracias! Comprende que hay dos voces, un fa, un sol, una guitarra y un solo corazón... El pisco no deja pensar, flan de píldoras, la caña infernal, se unen con motes, falopa, merca, líneas quebradizas, todo es difícil aspirar...
Me marcho... Andate con la hija de perra, pero antes espera que deje de putiar a los cuatro vientos, hasta que mi garganta se quede sin saliva, hasta que se corte una cuerda vocal. Te acompaño hasta la krezta, y no me vengas con hueas de complejos ni pecados, puede ser que se haya caido un tornillo, o hayas encontrado al pelotudo que razona entre ideas de lo que esta Bien. En este momento, quiero soñar, podría ser bailando y gritando mil horas más, pero no es correcto, ya no... Mejor me largo, o sino, aquí va a quedar la cagáh...
Pruebo un sorbo más de vodka naranja, antes de comprimir este humo en mis pulmones, vaciar la rapidez de la noche que aún no termina... Rumbo norte, cinco minutos sur. Nos detenemos, se apaga el motor, llegamos al descalabro infernal... ¡Bajenle a la puta música!, Mi cabeza va a reventar. Otra vez este mareo, y otro vaso de coñac, ¿Podré bailar?... Entre las luces encuentro a mi free, conversamos un rato, pero no pesco ni en baja, hoy no deseo morder su pelo, empujarle contra la pared o acariciarle sin tocar... Entre el tumulto de la gente me encuentro atónito. Observo. Cicatriza cada imagen en una atmósfera intoxicante. Dudó unos instantes, pero luego ingresa en mi boca, la trituro con la ayuda de mi lengua y el paladar, la noto amarga y su polvo me hace estremecer. Cerca de una hora hace efecto eufórico, enérgico en mis venas. La sensación comienza por los dedos de los pies y poco a poco me va rondando de calidez a medida que sube a mi cabeza.
La música resuena en mis oídos, el tacto impaciente traspasa mis brazos, la pared. El lugar aumenta el espacio, mis ojos me duelen por el color fosforescente y vivo de las luces. ¡Fuera, fuera! ... ¡Déjenme, suéltenme! Quiero salir de aquí, dar un paseo por aquella avenida... Desaría creer que estoy volviendo, con mi mejor o mi peor historia, conozco este proceso de memoria, pero igual me sorprendo, cada ocasión es diferente. Vuelvo y pido perdón por la tardanza, se debe a que completé muchos borradores, me quedan cinco o seis rencores y una sola esperanza. En todo este tiempo, ustedes estuvieron y yo no estuve, por eso en mi cielo hay una nube y eso es todo lo que tengo.
Trato de despedirme, hace años que te preparó cada mañana el desayuno. No sé porque no lo hice antes. Y una vez más no se como decirte adiós. Me cuesta demasiado dejar de moverme como una pesadilla, ciego y sordo a todo, salvo a imágenes interiores. Tu ausencia hace hervir mi sangre que empuja tratando de reventarme los dedos.
El sujeto camina en sentido opuesto, arregla una cadena con una especie de cruz que lleva sobre el pecho. Después, ofrece a cinco el papelillo... Le grito: ¡Corre weon viene el paco!. Todo queda piola, supuestamente no se ni una huea... Si nos llevan a cana me arranco, distorsiono los barrotes, mando todo a la chucha, y me largo a nadar... .
Verde fosforescente, me ahoga. Y el pelotudo lleva un perro, que me ladra al pasar, ¿Será que el pastel capta en mi sangre algo anormal?... ¡Heavy por la puta!, no queda más que escabullirme por la escalera de escape... Subo al auto, acelera a 120 kilómetros por hora... ¡Krezta! El semáforo esta en Rojo, la camioneta se acerca. ¡Acelera o chocamos! Y... Damos vueltas a la redonda, por fin: Baja del auto. Cae una botella en el pavimento, el sujeto trata de recoger los vidrios, se corta los dedos de la mano derecha... ¡Cuidado con la sangre! A veces se transforma, habla, camina... Él enciende un cigarrillo, bebe unos sorbos de ron, y sube al auto. Yo corro, entro al edificio, subo al ascensor... Cuarto piso, departamento 16. Creo que él esta cerca, podría olerlo, tocar su textura.
“Envíale un beso a mi madre, el cielo va a ceder, vuelve a creer que la sangre es amarilla, porque quizás no voy a volver: La vida es imprecisa, mi alma es una desertora”.
Se abren las puertas del ascensor...Corro hasta la entrada de mi departamento... A veces creo que él se esta riendo en algún lugar. Y toda la semana es igual, cada noche corro de este peligro... Y sin hablar anuncio: Una vez en la cama diazepam molido tamaño irreal, mezclado con unas gotas de limón, sal y tabaco.
Es un día nuevo... Nada que temer, hoy si cambia mi rumbo. Esta mañana amaneció brillante, como si me estuviese dando la bienvenida... Por la que trabaja en una esquina, el Padre Rene camina hacía mí... Toma el revolver con cuidado para no herir más sus dedos, que están atados junto a su conciencia sucia. Me grita reventando mis oídos:
- De esta no te salvas...
El arma desprende una bala en mí contra, rezo un último Padre Nuestro, mientras me desplomo y cae mi rosario... Entonces, el tira jales sobre mi sotana”.
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