Vuela, salta... como una tierna mariposa... sus brazos se agitan febriles y sus piernas desapararecen entre la bruma.

Yo miro desesperado, desde la puerta de la cocina hacia el patio sucio de dimensiones vacias, otrora desde la penumbra de la alcoba en el segundo piso hacia un afuera inmovil que habita la lluvia helada.

Te observo en mi mente, en mi cabeza... caminas como volando... tus muslitos delicados en tu pantalon negro tierno, tu cabello lacio resbalando por tu rostro, tu mirada de ojos grandes mirandome fijamente cuando toco tus pechos y el beso de tu boca... que robo sin sigilo.

ay¡ mi niña! ay, como te amo, eres cruel -te dije muchas veces con mi mano en tu bolsillo... -¡TE AMO! maldicion y mil malditos diantre que escapan a mi pecho.


Tus pechos delicados, no necesitas sosten, para que si no hay que sostener, la fragilidad tuya, tus manitas delicadas y tu sonrisa triste y reflexiva.

Tus bragas en tu cintura, cuando besaba esa parte de tu cuerpo mas oscura que cualquier otra, talvez un poco mas aspera por la costumbre de tu jean, tus muslos delicados y delgados, tus espalda palida y suave.

La sonrisa ese día en mi cama, yo sin camisa y tu sonriendo, cuando yo te tocaba con disimulo... palabras entrecortadas y miradas perdidas.

Me perdi de realidad, mi rostro hundido en tu cabello y tu sonriendo ironicamente... sabes que te vas; pero a ti eso no importa. Solo fue el momento. Todo es hermoso mientras el amor dura, aunque aún era pronto para amar.

Me dices adios, ¿te olvidabas que yo se llorar? y me doy cuenta de que aún ¡no sabes lo que pasa cuando los niños lloran!

Adios niño torpe, adios -dices casi sonriendo... y yo, y yo con cara constreñida y el rostro casi llorado no acerto a preguntar más que -por que? por que asi el fin? - mi niña, ofuscada, cansada con un fastidio urgente me respondes -no niño torpe, para ti no hay final, final feliz.

Adios, mi niña adios, ya solo quiero responderte a ti lo mismo: frio adios.