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Tenia apenas seis años cuando la conocí. Hoy pasa de los veintiocho. Tiene definida su profesión y es dueña de su estilo de vida. Sabe bien cual es su futuro. Y es feliz, como dice ella, porque le pagan por lo que le gusta hacer.

Como dije cuando la conocí era una niña y como todas las niñas algo traviesa, juguetona, con ganas de vivir. Sus rizos rubios del pelo y las rosadas pecas que le adornaban su blanca cara, le hacían parecer más traviesa de lo que en realidad era.

Nunca olvidaré aquella primera conversación que tuve con ella y las contestaciones, con las que sabiamente respondió, a las preguntas que le había formulado, ya en aquella época sin titubeos.

Estaba de rodillas, sobre un trapo de fieltro azul, en el suelo. Estaba jugando con sus muñecas, Barbies si mal no recuerdo. Las estaba vistiendo y desvistiendo con mucha parsimonia y prestancia como si de un desfile de modelos se tratara. Luego las ponía en fila y las hacia caminar por una tablilla a modo de pasarela. Luego las volvía a desnudar y le cambiaba la ropita, combinando la falda de una con la blusa de la otra. La chaqueta de la rubia con el pantalón de la morena y así se pasaba la mayor parte del tiempo.

Quiso la casualidad que esa niña fuera la hija de una vieja amiga de la infancia. De la que el tiempo nos había hecho perder el contacto.

Ella estaba en la consulta del médico de cabecera de la familia al que tuve que acudir a recoger unas medicinas. Su madre, Mercedes, estaba ya en dentro del ambulatorio cuando yo llegué. Había dejado a la niña, Carolina, a cuidado de su abuela paterna mientras ella permanecía en el interior del dispensario. No me cansaba de mirarla, pues no era normal que una niña de esa edad se mantuviera tan tranquila tanto tiempo.

Cuando me acerqué a ella y le ofrecí un chupa chups, con permiso de la persona a la que estaba a su cuidado. (Siempre llevaba, y llevo, alguno de ellos encima pues aun sigo siendo un fanático del caramelo de palito). Le pregunté por su nombre y ella mirándome fijamente me contestó – Carolina López de Manterola y Rocosa – para servirle. Y acto seguido, me regalo una de las sonrisas mas dulces y ensoñadoras de las que tengo memoria en recordar.

Me volví a sentar en aquel asiento verde de plástico rígido que ocupaba la parte central de la sala de espera. Mientras pensaba en el apellido Rocosa. Pues no es un apellido común. Me vino a la mente la imagen de Mercedes, aquella niña –mujer que había conocido pero... eso es otra historia.

Seguí mirando para ella y no salía de mi asombro viendo a la niña jugar y ver como guardaba el chupa chups en una mochila roja que tenia ordenadamente a su lado y que era, a la postre lo supe, donde cargaba con todas las muñecas en sus salidas de casa.

Volví a levantarme de la silla. Me acerqué a ella y me acuclillé. Le pregunté como se llamaban las muñecas con las que estaba jugando y me dio los nombres de cada una de ellas. Andrea, Rosario, Leonor, Luisa y Carlota (nombres de sus mejores amigas del colegio, como pude saber luego) Al preguntarle, de nuevo, a que jugaba me contestó, sin aspavientos. – A los desfiles – Ellas son las modelos y yo la diseñadora. Y que vas a ser cuando seas de mayor. – Le pregunté acto seguido – A lo que ella me contesto mirándome fijamente, y muy seria. – Quiero y voy a ser mujer –.

Quedé tan desconcertado por tal contestación que solo me quedó el reflejo de mirar a su abuela, a la que se escapaba en aquel momento una leve sonrisa, en cierto modo en complicidad con la situación. No escarmenté a pesar de aquella sonrisa y con el ligero encogimiento de hombros, que su mentora me regaló.

Como no había quedaba satisfecha mi curiosidad, volví a decirle y a preguntarle de nuevo. –Si ya se que serás una mujer. Serás una bella y muy inteligente. Pero… que querrás ser aparte de mujer – Es que no lo está viendo –Voy a ser diseñadora de modas – Me contestó poniendo los brazos en jarra y frunciendo el ceño –

Acto seguido se volteó y siguió desnudando a Andrea, Rosario, Leonor, Luisa y Carlota. Solo le faltaba el Kent para que les hiciera pareja a alguna de ellas o sería que… ¿No se habría inventado todavía ese “personaje novio” de la Barbie

Hoy que han pasado los años me recuerdo de aquella breve primera conversación y pienso cuanta razón tenía en aquellas palabras. Si he visto a alguien que desde tan temprana edad supiera lo que quería ser de mayor esta era Carolina.

Cuando su madre, Mercedes, salio del consultorio, al verme allí y después de los saludos de rigor y el… ¡Cuanto tiempo!, ¿Donde has estado? ¿Qué haces aquí? Quedamos para vernos otro día en compañía de nuestros respectivos cónyuges para revivir tiempos pasados. Desde ese día no he perdido contacto con Mercedes, Raúl y Carolina.

Conservo en mi poder algunos de los dibujos que Carolina hacia en casa cuando venia de visita, y fueron muchas. En todos ellos se pueden ver claramente la fuerza que tenia, y que tiene, para el diseño.

Ya antes de tomar clases de diseño textil sabía muy bien plasmar en el papel, cartón, y algunas veces en las blancas paredes de la calle, las distintas y mil variadas formas de vestir el cuerpo femenino.

Si hay algo que me enternece de esta vieja amistad son, sobre todo, dos cosas. Una es el hecho de que Carolina me llame tío y la otra es que en el escritorio de la oficina de Carolina. Dentro de un cubilete de resina está el primer chupa chups que le regalé, y que sutilmente guardó, en aquel día que la conocí en el ambulatorio.

Franlend ®

/Un poco de luz/

Texto agregado el 25-07-2005, y leído por 810 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
24-10-2005 Encantador texto lleno de ternura y de detalles que brillan por si solos. Ha sido un placer leerlo. Un saludo de SOL-O-LUNA
09-10-2005 Es absolutamente tierno. Mando mail aparte... merche
25-08-2005 Bonitos recuerdos, espero que sean realidad. Un saludiño. Chus
13-08-2005 Ternura y deseos. Una historia para leer y pensar serenamente. Un poco de luz, un poco de amor, simplemente vivir. Un gran abrazo. Shou
04-08-2005 Una forma preciosa de narrar luz. Mis estrellas y un fuerte abrazo. carloel22
02-08-2005 Es precioso este relato ¿Qué quieres ser? ¡Mujer! Y tú has sabido escribirlo ¡Felicidades! maravillas
31-07-2005 como la vida misma, con esa soltura i dulzura..genial¡¡¡me gustó tu historia, besos a tus barbies, querido kent, mis 5* monilili
27-07-2005 Muy tierno y bonito, tiene frescura Saludos india
26-07-2005 es algo muy bello y con mucha ternura, gracias por regalarnos paz. gatelgto
 
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