Ruidosa marcha de conglomerados de otra cosa
No es magia que todo remita a uno y entre sí,
Es más bien ruido humano malogrado.
Campanario secreto de efluvios matrimoniales
Paréntesis uniforme de cuervos y garrapatas
Nada y en síntesis todo lo que puede abarcar
Una idea fija en la retina del desfiladero.
Manuscrito blasfemo acobardado,
Eres lo máximo de no creer en nada.

Me aburro cogiendo un dolor de guata
Compito contra uno que soy
Cuelgo la esponja en el acto de desasirme de ella
Cabalgo ordenando lentes oscuros en mis sienes.
Una cuerda que cuelga de unos hilos que cubren fierro,
Puede ser en definitiva cualquier cosa
Adoquines recubiertos, manteles de origami
Pulidor automático, lentejuelas de traje
Porquería ordinaria de máscaras disconformes
Ociosas interrumpidas por ajetreo de sentido propio
Vesículas que se ordenan por recipiente ajeno.

Somos muertos acompañando muertos
Reciclando víveres de vaca cruda
Sobre una hiedra confusa de ceguedad.
Múltiples son los orificios anatómicos
Por los que se cuela el hambre del vacío
Sólo que en lo que a mi respecta,
Se evapora en lienzo tenue el silencio.

Arrobado organiza la misa
Lego lo confirma, está todo ordenado.
Infierno arrepentido busca lagrima laguna
Nuestro cura lagrimea, Obcecado anida discreto
Capullo es su compañera pétrea.
Cuidado de salir mal del desvarío
Continente africano aún espera lucha enemiga
Mientras adolece de falta de tiempo.
Coquetea indiscriminadamente sin sentir
Si lo que duele realmente sugiere
Pálpito de plumas negras negreando
La vista dicotómica mal parida.
Propusieron peste por pan de anis,
Guarén por cordero asado.
Carpintero indecible pulcro como ninguno.