(Espero que no se aburran, es mi primer cuento, lo escribí el 12/11/2001, es como una especie de auto biografía )
En una noche sin tiempo, miré sin detenerme aquella...que reposaba sobre su dueña.
No era su sombra la que cubría su delicadeza, sino que solitaria se encofraba por estar rodeada de sombras le eran ajenas. Reposaba sobre el espíritu de quien la mecía, como si fuese la luna que mece al sol cuando juega a las escondidas con el horizonte.
Mientras ocurría un eclipsé se sol, Ella, estremeció al ver como a su dueña, sin querer, deja caer una lagrima que embriagó por completo su cuerpo. El movimiento de piernas de su dueña hizo la obsesión por reaccionar fuera algo extraña; mojada se lanzo al suelo y comenzó a rodar hasta detenerse frente al balcón, se dio media vuelta y la miró, esta seguía llorando. Ella no sabía que hacer, tímida se voltea y dirigiendo su mirada para afuera murmura:
-Vivo por las heridas, ellas viven sin mí. Como entregado esta el eclipsé y lo hace sin su aurora, así están mis heridas tajantes, mis lesiones clausuradas, esas heridas de placeres perdidos, ese delirio conocido, origen que quiero conocer.
-¿Por qué dijiste eso? (está la contempla, luego mira para afuera y suspira, se voltea y le dice )
-De esa forma seguid, seguid y retomad la noche, tú, que sabes que soy de ti la sombra de la noche de primavera, sabes que somos la guerra entre los poetas. Tu mano que arden por estar cortada, consagran esas lágrimas de sangre que cansada como esta, consuela a la otra porque sabe que grita no te alejes, tu esencia de mujer, es vino añejo para mis labios.
La Dueña de ella luego de haber escuchado cada palabra hace una pausa sollozando, se levanta muy lentamente de la hamaca paraguaya, en la cual estaba acostada, y se dirige hasta donde Ella se encontraba sentándose a un lado. Ésta, inmóvil, la admira tiernamente y no le dice nada. Luego de haber estado un largo rato en silencio, suena el timbre como si tuviese miedo de quedarse solo.
-¡Supongo que vas a ir a atender! _Escama Ella. Mirando a su dueña con desolación.
-No te preocupes, deja que suene _ y se dirige hasta donde esta la silla de madera sentándose en ella.
-¿No quieres que atienda yo?_ pregunta Ella encaminándose como para atender la puerta.
-No deja que suene y quédate un rato más con migo_ respondió su dueña mientras tomaba el cepillo que estaba sobre la mesa y comenzó a peinarse el cabello.
-Pero mira si es alguien importante_ dijo Ella delante de la puerta con la idea de atender antes de que se marchase.
-Si es importante después vendrá de nuevo_ Ella deteniéndose frente a la puerta, la mira y no atiende.
-Además uno no invita a su casa aquellas personas con las que no se relaciona (agregando a su discurso con aire de superioridad), además, ya conocen el camino
Ocurría todo esto mientras que grita el timbre una y otra vez quedándose moribundo de sentimientos ya que nadie fue a su encuentro. Cuando el silencio abraza nuevamente sus oídos, Ella interrumpe su rato de insomnio diciendo:
- Tu cuarto no tiene espejos, ¿tu esencia no te lo permite? Solitario se encuentra cuando lo dejas por la mañana y al regresar por la tarde, te sientas en tu silla de madera, esa silla que me acompaña cuando tu presencia dulce e inocente ya no le alcanza._ la dueña la interrumpe, y cruzada de piernas y brazos le dice:
-¿No te aburres de estar haciendo siempre lo mismo?
- No_ agrega Ella, (se hace un silencio) –Mire por tu ventana la otra ves y vi las partituras que dejaste olvidadas.
-¿Quieres escucharme tocar el piano? _ reincorporándose de la posición en la que se encontraba y dirigiéndose al piano de cola.
-Bueno pero quisiera escuchar lo que tocaste el viernes pasado cuando comenzó el amanecer. No recuerdo el nombre del compositor pero se que dejaste las partituras aun lado del sofá
Mientras su dueña se dirigía por las partituras, Ella contemplaba el candelabro que languidecía. De regreso, Ella se coloca aun lado del piano y su dueña comenzó a tocar una de las 13 Sonatas para piano de Domenico Scarlatti. En ese momento el atardecer acaricia el horizonte mientras comenzaba a llover. Su dueña luego de haber tocado la segunda Sonata hizo una pausa debido a que sus ojos se nublaron dejando caer una lágrima sobre aquella tecla de marfil.
-Estoy cansada y me duele la cabeza.
-¿Será quizá por los días anestesiados que encierran el querer por no poder conquistarlo todo?
- Tal ves, porque esas lágrimas que borran las palabras escritas no hacen más que devorar falsas ansiedades.
-y no será porque llevamos la esperanza, que no es polvo de nuestro días, en los Albatros de nuestra inocencia..._interrumpe su dueña
-El vacío de los días, es parte de nuestros olvidos.
Después de tocar la cuarta sonata, todo esto sin que Ella, la observa y ve como sigue contemplando la lluvia. Con aire de desolación, lujuria y locura:
-Si ves a alguien allá afuera dile que espero su llegada sobre este piano.
Con los primeros cuatro botones desprendidos de su blusa, se acostó sobre el piano de cola (del color de la dulce miel) extendiendo su brazo derecho por encima de la cabeza y dejando caer las partituras junto con el florero con unos cartuchos que se había regalado hace tan solo unos días. Su mano izquierda sobre uno de sus senos con una de sus piernas flexionadas y su cabeza colgando aun lado del piano
- Por favor!!!! ¿No podrías abrir esos cristales que brillan dentro de esa tiniebla que tienes por alma? ¿ y podías dejar de ser tan ingenua y vulgar?
Su piernas temblaron por esos gritos silenciosos. Una brisa fuerte abrió de par en par ese enorme ventanal. Sin titubear se dirigió al ventanal y dejo una distancia relativamente corta entre una ventana y otra.
continua.. |