“El Héroe Cotidiano”...
Hace muchos, muchos años, en la legendaria época de los dinosaurios, leí con mucha atención una dedicatoria con la que Jorge Angel Livraga (fundador de la Organización Internacional Cultural “Nueva Acrópolis)empezaba uno de sus libros, decía: “Dedicado a todos, porque todos me han enseñado algo”. Y así quiero empezar también esta reflexión.. Y os dedico estas palabras porque estoy convencido de que si hay héroes cotidianos en el mundo, y que se pueden convertir en ejemplos para todos los que quieran aprender lo que significa esto, y como continuarlo, estos están aquí. No sé si hay mil, si hay un millón, no sé, no os puedo contar, pero si sé con toda seguridad que los hijos del sol son millones y cuando el sol brilla ilumina millones de almas que no tardaremos mucho en encontrarnos.
Algunos llamaron a los héroes “súper hombres” y otros los llamaron “semi dioses”. Y sean súper hombres o semi dioses, estamos entendiendo esa situación en la que casi, casi nos encontramos nosotros. El ser humano, que todavía es un misterio en alguna medida nos parece poco, el ser humano se nos presenta como un desafío, es evidente, pero tiene algunas pequeñeces que nos gustaría superar, Y ser dioses todavía nos queda demasiado grande.
Un héroe, el héroe del que quiero hablar, es precisamente ese ser que encontrándose en un estado intermedio lucha desesperadamente por buscar el equilibrio. El héroe tiene un poco de hombre y un poco de divino, tiene las dos cosas. En general duerme, escondido dentro de lo humano, hasta que en un buen momento algo le permite descubrir que en su profundidad hay una llama sagrada. Allí empieza a despertar el héroe. Y no termina en este acto, porque no basta con despertar una llama sagrada o con descubrir que la llama esta encendida, sino que el héroe toma la antorcha y va a probar sus fuerzas y va a descubrir que con esa antorcha puede batirse heroicamente, dignamente, gloriosamente en la vida.
El héroe, ese que nos interesa, nace entonces cuando descubrimos nuestro fuego, lo tomamos en la mano y lo convertiremos en una antorcha, cuando estamos seguros de que podemos combatir.
No quiero hablar de los grandes héroes, no podría, son demasiado grandes, y sus batallas han sido demasiado grandes como para poderlas resumir en palabras, en razones, en argumentos. Es indudable que los grandes héroes y sus grandes batallas hoy alumbran las paginas más importantes de la historia universal. Nos guste o no nos guste, es imposible dejar de lado la luz, el brillo con que esos grandes héroes, esos personajes excepcionales, tocados por el dedo divino, han podido librar grandes batallas. Si no tuviéramos eso en las paginas de la historia, abrir un libro seria abrir hojas muertas. Y cuando abrimos un libro y nos sumergimos en la historia, encontramos vida precisamente porque estos héroes vuelven a vivir para nosotros.
Pero no es de ellos de los que quiero hablar. Quiero hablar de las pequeñas batallas, que no por eso son menos importantes. Y quiero hablar de estos héroes humanos que en un día en medio de la desesperación de las pequeños batallas, en medio de las molestias cotidianas, en medio de esas cosas que nos pinchan y nos duelen, nos van destrozando poquito a poco como si nos quisieran comer bocado a bocado, en medio de todo ello se detiene y se pregunta: ¿Por qué me pasan estas cosas a mí?¿Por qué tanto desencanto?¿Por qué no puedo ver con claridad delante de mí?¿Por qué no esta el camino ya trazado?¿Por qué no me resulta fácil avanzar paso a paso?
Este hombre, ni pequeño ni grande. Este hombre que toca lo humano con una mano y lo divino con la otra es héroe en el momento en que se detiene a reflexionar y no solamente a sufrir ante las circunstancias de la vida. Reflexionar, es ese instante de respiro que nos concedemos para preguntarnos ¿por qué? Con el primer por qué se ilumina la antorcha que llevamos dentro, pero hace falta él por qué, el detenerse un instante y el poder reflexionar. Tenemos un héroe cotidiano recién nacido, pero tendremos que ejercitarlo suficientemente para que pueda crecer, no basta con nacer, todos nosotros tenemos la obligación de crecer, crecer y poder desarrollarnos hasta allí donde podamos... y un poco más. ¿Dónde vamos a probar el héroe cotidiano o cualquier héroe? En el campo de batalla. No hay mas prueba, no hay mas sitio, no hay mas lugar que el campo de batalla: la vida misma. Allí lo vamos a llevar, nos vamos a conducir y vamos a describir como crece ese héroe cotidiano, ese héroe interior al que le hemos dado nacimiento nada mas con una chispa de fuego.
Nuestro campo de batalla es la Acción. Al héroe nunca lo vamos a descubrir escondido, aterrado, tratando de aislarnos de todo lo que pasa en el mundo de separarnos de la gente y de sus problemas. Al héroe no lo vamos a encontrar escondidos tras las paginas de un libro o en la pequeñez de nuestros problemas. El héroe se desarrolla en el campo de batalla. Se prueba en la guerra y nuestra guerra en el campo de batalla, se llama Acción.
Esta ves, intente pensar cuantos enemigos tenemos que enfrentar y... deje de pensar. Por eso voy a mencionar algunos, no porque sean los más importantes, sino intentando resumir algunos de los enemigos mas duros y más difíciles, con muchas caras, que se nos van a presentar mil veces tratando de aparentar que son otra cosa, y sin embargo siguen siendo los mismos... El miedo, el sufrimiento, el temor, la rutina, la mecanidad, el hombre maquina, la fantasía, los olvidos, el agobio, la pereza, la lentitud.
Bueno, ya veis que los enemigos son muchos y que en general, por poquito que digamos, casi siempre tienen la misma capacidad de disfrazarse, de mentirnos, y nosotros que somos muy cómodos, nos dejamos atrapar. Pero hemos hablado de forjar el héroe cotidiano y el héroe cotidiano tiene sus propias armas. Voy a poner por delante las que considero armas fundamentales... El sentido heroico de la vida, la perseverancia, el valor, el compromiso, la generosidad, el amor, al atención y la mas importante que es la “FILOSOFIA”
Ahora que empezamos un siglo, ahora que nos sentimos fuertes en nuestros inicios, yo lanzo el doble reto: el del héroe y el del tiempo. El del héroe porque sois Discípulos y el del Tiempo porque tenemos que establecer ese vinculo, ese lazo, que nos lleve hasta el futuro, no hay que olvidar, porque no hay que perder la memoria, porque tenemos que entrar en ese rió poderoso, torrentoso, que nos llevara al mar. En el mar seremos eternos y, corriendo por él rió del tiempo, aprenderemos el secreto de la Eternidad. Nos quedan muchos años por delante. Hoy empezamos, hoy en los inicios os dedico estas palabras a todos vosotros... queridos Héroes Cotidianos...
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