Morir no es el error absoluto. Tampoco lo es vivir, ni bien ni mal.
Conocí a un chico que se mantenía en la espera; me llamó la atención de él el hecho de que se parecía al personaje de la película "El tambor de hojalata" -, al pasar a su lado en la calle sonreí ante la comparación casi perfecta, pero el chico me haló del pantalón "¡Señor! ¡Señor!", tomé unas monedas de mi bolsillo para arrojárselas a la cara, "No Señor, no es eso!" - "¿Entonces que es?, ¿Mi mujer?" - y no pude evitar soltar una carcajada. "Está bien, Gordo; haga lo que usted guste" - dijo el chico misteriosamente.
Han pasado dos años..., y aún no sé qué es lo que es.
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En una taberna oscura y recóndita de pié de monte suizo los ojos de los malditos retratados en pinturas se iluminan levemente mientras el guia comienza a tartamudear, toma un largo trago de cerveza y cae muerto al suelo con manchas rojas en la piel que no tarda en purular. Turistas atónitos huyen de la escena espantados profieriendo gritos en varios idiomas; uno de ellos enciende el autobus que se carga de espanto y no tarda más de tres curvas en caer por un barranco. La pisada suave almohadanada del lobo negro se hace sentir mientras a la vez deja caer su baba maldita que se convierte por efecto de la inclinación del terreno y de la gravedad en una avalancha que prontamente cubre todo rastro del efecto de su maldición.
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El hombre gordo toma tres pastillas de su frasco de pastillas Metapol - Q - Low mientras mastiquea de su sanduich de aeropuerto y sorbe un ruidoso sorbo de su coca cola light. Una mujer lo observa espantada ante tanta falta de educación y el hombre gordo ríe por dentro pero enseguida se frustra a darse cuenta que está demasiado dopado como para tener fuerzas para soltar una buena flatulencia..., no importa, pronto se vengará.
Cosa que no fue cierta ya que la mujer se sentó en clase turista.
El avión se inclina hacia la izquierda y luego hacia la derecha y pronto aterriza entre las nieves que han sido exaustivamente barridas con un aparato especial diseñado para el caso por alguna compañía especial.
El hombre gordo cierra su revista Condorito y llama por su celular al Hotel avisando que pronto llegará y que por favor que le lleven una linda mucama. El encargado no entiende el chiste. No importa, piensa el gordo, se la hará con los suplementos del Gozón.
La noche llega pronto en el alto Hotel suizo y el cielo se embadurna de estrellas, dos ojos de gato lo observan desde el cielo paro él no se da cuenta, ello no significa que no se encante con su efecto, se le cae el suplemento del Gozón de la mano y pronto empieza a roncar.
Al día sigiente entra al cuarto la mucama de ojos verdes y cabello castaño enrolado seximente pero sin intención. El gordo se despierta sobresaltado con dos hipos y una flatulencia y sonríe ante la belleza que ve, prontamente se le acerca para tocarle una teta, la mucama se retira y botan al gordo del Hotel.
Con una maleta el gordo vaga por las entrecruzadas alpinas sin hallar ni una posada y su estómago cruje del hambre, retira una bolsita de tostones de su paltó y comienza a comer.
El Lobo Negro siente el olor del hambre y baja despacito hacia donde está el gordo soltando gruñidos de espanto para asustarlo, pero el gordo está escuchando Guaperó en su walkman y no nota la presencia ni el aliento nauseabundo del Lobo Negro de la Montaña Maldita debido a que esa mañana él tampoco tuvo tiempo de lavarse los dientes. El Lobo Negro lo observa, camina a su lado sin que el gordo se de cuenta y por alguna razón que ni Dios mismo es capaz de concebir decidió dejar al gordo en paz.
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