También tengo miedo esta vez. Miedo de perderte, de que se apodere de ti ese sentimiento que con impotencia veo venir.

Eso a lo que le temo, que te hace querer soltarte de mí y caminar de otro modo, con otra mano a tu lado o con las tuyas abiertas y deshabitadas...

Tengo miedo de quererte demasiado, de
acostumbrarte a mí y sellar tus manos para siempre, de cegarte con mis ojos para engañar tus ganas de libertad.

Miedo de amarte con medidas, de inventarme motivos y racionalizar este sentimiento que me obliga a dejarte ir para parecer verdadero, miedo de soltar tus manos y perder esa tibieza tan única, ese roce tan exacto que sólo contigo percibo, la suavidad con que me tratas y esa fuerza que hay en tu corazón...

No puedo Andrés, la garganta se me vuelve un nudo y mis ojos se llenan de lágrimas, pero no puedo soltarte, no quiero, y cuando llegue a ti ese sentimiento, y quieras caminar más lejos, tendrás que abrir tú mi mano y llegar hasta donde ya no pueda seguirte.