Cayó la tarde, y la guerrera con pasos triunfantes se acerca a recibir su gloria.

El sol ha callado ya junto con las armas y los hombres. Sólo queda ella, sonriente ante la sangre, la propia y la ajena; aquella que ha bebido.

La tierra le besa los pasos, le roba el dolor y el tiempo gastado. Su cuerpo tiembla ante la desnudez de la victoria; ha pasado su vida entera envuelta en llamas de fuego, mordida por serpientes.

Ha llegado su comienzo con la caída del sol. La ha parido la noche, ahora la luna es su madre y juró mostrarle el camino.

Ella, después de su muerte se ha transformado.
Cambió su belleza por sabiduría y su fuerza por voluntad.

Ella, mujer hecha vida, despierta de un largo sueño que nunca la dejó vivir.