La luna... (aunque aquí sea la misma) - fue en tu almohada - donde vi completamente su inmensa nocturnidad. Asi nocturno... intimé con sus calles saboreé de su aroma y canté con los perros el triste poema que lleva todo hombre en la botella. Sentí el calor de un esbelto volcán de labios rosa con cejas... - rejas - !y un olor a fértil mujer a cada bocanada! Me sentí alado tanto que hoy bajo otro cielo no siento el peso - mas sí la nostalgia - de esa Luna... áquel volcán y un millón de miradas en los ojos. (dedicatoria)
Texto agregado el 22-07-2005, y leído por 233 visitantes. (5 votos)