Avecilla era un pequeño pájaro que veía como hermanas a todas las aves del mundo.
Saludaba a cualquiera que se cruzaba en sus revoloteos, pues pensaba que el engaño no tenía cabida entre hermanos, y de este modo terminó conociendo a casi todos los pájaros de la comarca, y era apreciada por su amabilidad y su claro canto.
Pero un aciago día en que volaba por los cielos dando su habitual paseo, se cruzó con una bandada de buitres, que al verla quedaron encantados, no porque fuera más bella que las demás, lo que atrajo su morbosa atención: era "diferente".
Decidieron espiarla y seguirla. Adonde quiera que ella llegaba, ellos ya estaban ahí. Esperando. Incluso les llegó a cantar su canto alegre de amor a la vida.
Dentro de sus sórdidas mentes, pensaron que la estúpida ave sería engañada con facilidad, e idearon un plan para atraparla, e incluso hicieron apuestas: quien ganara, se llevaría la "pieza" para destruirla y humillarla ante los demás pájaros, en un intento de demostrarles que la bondad y belleza de pensamiento de Avecilla era pura farsa.
Y del plan, pasaron a la acción. Se disfrazaron de bellos pájaros, y se presentaron ante ella fingiendo ser amigos.
Ella les tomó cariño, a todos y cada uno de ellos, los consideró como sus amigos, y jamás imaginó que únicamente querían herirla hasta lo más profundo.
Lo que no sabían estos desalmados, es que Avecilla no estaba sola, Dios la protegía.
Así, una noche, mientras ella dormía profundamente, escuchó una voz que le decía: "Mañana recibirás un mensaje, léelo al revés y sabrás la verdad".
Dicho y hecho, a la mañana siguiente llamaron a su puerta. Oh sorpresa.... era la hermosa Garza que traía un mensaje urgente para ella. Al tomarlo entre sus alitas recordó el sueño de la noche anterior, y comenzó a leer el mensaje al revés, pero todo lo que leía era una especie de clave enigmática.
Intentó entenderlo con todas sus fuerzas, pero fue tarea vana. De pronto, recordó que su amigo Buho era el más inteligente de su gremio, y acudió a él para que le descifrase el vital mensaje.
Buhó leyó atentamente aquel galimatías, y mirando fijamente a Avecilla, le habló con un tono misterioso: "Aquí dice... Observa y descubrirás la verdad".
Avecilla agredeció a su amigo el gran favor, y desde ese día comenzó a observar a los demás, y poco a poco entendió muchas cosas que antes no veía, y se dió cuenta de que esos pájaros no eran sus amigos, y cuando le hablaban de cariño, sólamente fingían, así que continuó tratándolos un tiempo, hasta que poco a poco, ellos mismos, se fueron alejando de ella.
De vez en cuando, suele llegar algún especímen, pero ella sigue aplicando el sabio consejo que Dios le regaló a través de su amigo Buho.
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