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Cruce de caminos

Diego se dirigía a su casa con prisa y con bastante pesar de solo pensar la bronca que le echaría su mujer al llegar en ese estado. Una vez mas, charlando y bebiendo con sus compañeros del trabajo había perdido la noción del tiempo. Tras comprobar lo tarde que era y que le hacía falta despejarse un poco decidió cubrir andando la distancia que lo separaba de su casa.

Era casi medianoche y las calles estaban desiertas. En su cabeza ya resonaban los argumentos de su mujer, y el bochorno se iba apoderando otra vez de él... ¡Otra vez había vuelto a ocurrir!.

A poco de abandonar el bar se percató que debía atravesar el cruce de las calles Ángel Caído y Paraíso. Un escalofrió le recorrió la espalda al recordar lo que ese cruce significaba. La leyenda, por todos conocida, decía que a los débiles de espíritu se les aparecía el diablo en forma de hombre, y a base de distracciones, buenas palabras y engaños les robaba el alma.

Aunque no era supersticioso, se persignó una, dos y tres veces, no tenía ningún interés de tentar a la suerte ya que se consideraba un candidato ideal para el diablo y máxime en el estado actual. Cuando se fue acercando al cruce, el viento racheado y el parpadear irregular de una de las farolas le conferían un aspecto tétrico al lugar. Aminoró la marcha y amortiguó sus pasos para afinar el oído, no quería ser sorprendido y mucho menos estaba dispuesto a perder su alma. De las sombras salió un gato negro que clavó sus ojos en él. El poder misterioso de sus ojos, profundos y luminosos, lo sobresaltó y estuvo a punto de perder el equilibrio. El gato dio un brinco y se puso a andar en sentido contrario a su trayectoria, al tiempo que no lo perdía de vista con aquellos dos inquietantes y finos hilos verticales. Finalmente el gato se detuvo y maulló sonoramente. La aparente naturaleza real del gato le devolvió algo de la seguridad perdida y volvió a apurar el paso, intentando dejar atrás la sombra que el gato proyectaba sobre el pavimento. De repente la farola parpadeante iluminó el cruce de forma continua y todo resplandeció como si hubiera amanecido. Se giró hacia la farola y un hombre apareció a escasos pasos de el.

- ¡Uff, que susto me ha dado Ud.! ¡Por Dios! – Le espetó Diego una vez que fue capaz de articular palabra
- Tranquilo, a mi también me da cosa este cruce, Diego, ¿va con prisa, no?
- Pues, si much......
– intentó responder, atragantándose con la última palabra al darse cuenta que aquel hombre ¡Sabía su nombre!.
- ¿N...No....Nos conocemos? – Atinó a preguntar Diego tartamudeando ostentosamente por la tensión nerviosa.
- No, creo que no, pero por poco se me escapa.

Diego se quedó petrificado. Su mente, aún aletargada por el alcohol, se llenó de miedo y confusión. El aturdimiento que tenía era tal que ninguno de sus instintos primarios de huir o luchar, conseguía hacerse cargo de la situación, mientras que el hombre seguía avanzando hacia el.

- Espero que sepa agradecer lo que estoy haciendo por Ud. Lo digo mas que nada porque creo que verdaderamente le estoy haciendo un gran favor y espero ser recompensado. – dijo el hombre al tiempo que le extendía el brazo con algo en la mano.
- No se acerque, ¡no se acerque! – exclamó Diego mientras el hombre le dedicaba una sonrisa de extrañeza.

Como un rayo, la certeza se abrió paso en Diego e instintivamente echó mano de su bolsillo y extrajo su navaja. Cegado por el alcohol y la confusión arremetió contra el hombre y le asestó una decena de puñaladas. El hombre se derrumbó en sus brazos dejando caer lo que llevaba en la mano. Inmediatamente, Diego se percató que se trataba de su cartera. Miró la cartera, miró al hombre exánime en el suelo e instintivamente cogió la cartera al mismo tiempo que la farola volvió a recuperar su parpadeo irregular. Miró en derredor, las calles estaban desiertas, pero el gato aún seguía allí observándolo fijamente. Al ser consciente de los hechos, el pánico se apoderó de el, giró sobre si mismo y salió corriendo como alma que lleva el diablo.

A la mañana siguiente el periódico local abría su portada con el titular: “El cruce de la muerte se cobra otra victima ¿Crimen o Leyenda?”

Texto agregado el 22-07-2005, y leído por 314 visitantes. (16 votos)


Lectores Opinan
28-11-2007 Un cuentazo. Enhorabuena. 5* justine
12-11-2005 Me pasó parecido al primer texto que te leí. Creía que iba a ser un relato más de suspense, pero logras que sea un acierto al final. Bien relatado. Efecto_Placebo
07-10-2005 Dicen que lo importante en la vida es disponer de la capacidad de elegir. Elegir entre la calle del Angel caído y la del Paraíso, he ahí el dilema. Pero casi siempre es la fatalidad la que trunca cualquier tipo de determinación. azulada
10-09-2005 Interesantísimo relato. Me mantuvo expectante de principio a fin y me gustó su desenlace inesperado. Felicitaciones y *S josef
10-09-2005 ***** peinpot
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