¡Oh desconocida!
Intacto esta el misterio de tu voz,
el jade de tu nombre jamás pulido;
la estela de tu blusa,
surcando las olas de tus senos.
Intacta, permanece, tu delgada figura,
tibia, definitiva
durmiendo bajo mis parpados.

Perdí a mi tristeza en tu sonrisa
junto al café y el pan, servidos de tus manos.
Me perdí largamente
en el laberinto de tus cabellos.
Me oculte en tu lunar al cuello,
en el andar pausado de tus pasos.
Te perfume con el azúcar.
Pinte las acuarelas del ocaso
en tu uniforme gastado.
Te cambie la vieja peineta
por el cristal de mis ojos.
Nunca lo supiste.
Por más que nuestras miradas
se acariciaran.
Por más que nuestros
corazones se hablaran por latidos.
Por más que nuestras risas
jugaran al escondite como niños
y siempre terminaran encontrándose.
No, nunca lo supimos.

¡Oh desconocida!.
Aun, me intriga preguntarte:
¿Con que hojas el otoño rozaría
tu cabeza descansando en mi hombro?.
¿Que soles escribirían
mis manos en tu manos
guardándose de la sombra?.
¿Con que oídos, nuestra voz,
escucharía en el silencio
al amor, decir nuestros nombres?.