Pese a que Bilbo condujo a los muchachos del Movimiento Popular Hobbitense a un nuevo triunfo en las urnas, desde un primer momento los Tuk y los Brandigamo se adueñaron del bloque oficialista y proclamaron alcalde a Paladín Tuk, el padre de Pippin, uno de los integrantes de la Comunidad del Anillo.
Bilbo debió conformarse con un oscuro cargo de legislador, del cual rapidamente se aburrió. Se dio cuenta que la política no era para el. Primero penso en renunciar pero luego se arrepintió.
“Necesitamos que levantes la mano para aprobar todos los proyectos que necesitamos para favorecer a los Tuk y los Brandigamo, que son las familias que deben seguir gobernando a la Comarca”.
Bilbo se dio cuenta que era un idiota útil, que lo habían usado para ganar la elección y que ahora ya no lo tenían en cuenta. Pensó en formar un bloque aparte pero la mafia de los Gamyi lo apretó “O seguís en el MPH, o sos carne para los orcos”.
Así, sin medias tintas. La popularidad de Bilbo comenzó a caer: en un acto público, la turba aclamó al viejo Tuk pero abucheó a Bilbo.
“Qué pasa, viejo Tuk, que pasa, Viejo Tuk, que Bilbo es un gorila, oligarca y botón” fue el cantito.
A Bilbo le dio mucha bronca. Presentó entonces un proyecto: construir en La Comarca una fortaleza al estilo Minas Tirith. “Corrupto” le dijeron “Andate a Gondor, sos un ladrón”.
Bilbo entonces optó por pedir una licencia y por un tiempo se fue a Rivendel. Tiempo después regresó y solo se acercó al Consejo para levantar la mano y cantar loas al viejo Tuk. Ejerció su cargo de diputado sin entusiasmo ni convicción y cuando por fin su mandato llegó a su fin, escuchó el consejo de Gandalf y decidió no volver a la política.