Observando el cielo en una noche desnuda de nubes trato de localizar una estrella en la miríada de ellas cubriendo el firmamento como un derrame de leche brillante y distante.
Ese astro escurridizo se esconde entre miles de sus hermanas. No logro ver su brillo característico de luces aúreas y argentinas, seguida de parpadeos esmeraldinos.
Un guerrero normalmente busca en el cielo las marcas de su destino, busca orientarse hacia su Norte y mantener en el mapa estelar la ruta de vuelta a casa.
La estrella que busco señala el lugar donde me alejé de ti, dedicada a tu pueblo y sus necesidades. Para eso están las princesas, para dirigir a su gente con su sonrisa hermosa, sus fieles cuidados y su oportuno consejo.
Podría haberme quedado y ser un rey, gobernando con sabiduría y persuación los destinos de los que amamos. Podría haberme quedado, protegiendo tu reino de los enemigos cercanos. Podría haberme quedado, simplemente para tenerte siempre cerca, beber de tus labios ese amor inmenso, navegar en tus ojos brillantes como gemas, apoyarme en tu hermosura.
Podría haberme quedado...
Me levanto con mi corazón herido de latir hacia mi patria, donde está tu silueta en cada atardecer. Quiero devolverme sin haber llegado a mi destino. Prefiero volver fracasado que morir lejos del hogar.
Suspiro.
No, no es lo que tú ni yo quisiéramos al final, ya que mi partida al fin del mundo obedece al mandamiento de terminar con el origen de todos los males que aquejan a nuestro pueblo. No puede haber victoria sin sacrificio, ni puede haber paz sin ofrecer lo más preciado. Mi vida y mi amor hacia ti me hacen alejarme de tus brazos, para abrazar a la muerte si es necesario por proteger mis principios de paladín. No hay verdadera muerte mientras Dios Creador vea como crece este amor en la continua batalla entre el bien y el mal.
Alzo mi espada y renuevo la promesa del combatiente. Descubro que al apuntar hacia ese techo oscuro de la noche, en ese extremo sonríe esa pícara estrella que se me había vuelto esquiva.
Hay esperanza. Las cosas no se dan al azar.
Al bajar mi espada me parece percibir tu respiración cerca de mí.
Sonrío. No estamos tan lejos, al fin y al cabo.
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