El primer espejo
Es imposible compararme con mi antepasado más antiguo; el primer espejo de la tierra. Que no era de vidrio como yo, sino de agua detenida en un estanque. Tan importantes fueron sus reflejos, que dio la apariencia al hombre.
Un día Dios sentía que algo le picaba, él era perfecto, así que de seguro era un perfecto grano en su cara a punto de explotar. Se tanteo la cara pero ni cara encontró.
¿La solución? Mirarse en mi abuelo líquido y caminó al borde del estanque. Gran sorpresa tuvo Dios al ver que carecía de reflejo, tan ocupado en crear el universo que olvidó crear su cuerpo. Se dispuso a elegir su apariencia. Debía ser multifuncional y todo terreno. Ha ensayo y error, Dios mezcló sus distintas creaciones, transformándose en ballena con alas de paloma y patas de gallina o en un caballo con alas y un cuerno en la frente.
Pero sus intentos eran más graciosos que útiles. Los animales morían de la risa, pero como en el paraíso se era inmortal, las risas eran eternas.
Dios finalmente optó por una forma inédita; Un ángel. Pero antes de irse a descansar todo el santo domingo a otras galaxias Dios creó a su reemplazante, a imagen y semejanza. Los animales no reconocerían su ausencia y no volvería encontrando el desorden de siempre. Dios llevaba meses reordenando el mundo cada semana.
Gracias a la ayuda de mi tatara-tatara abuelo líquido, bastó que el creador tomara entre sus manos un puñado de tierra y las sumergiera en el estanque, para retirar sus manos vacías y, del reflejo, emergiera del agua una criatura idéntica al supremo.
Sin embargo, para que el ángel no lo siguiera, Dios tomó la precaución de quitarle las alas hasta cumplida su tarea. Fue así como el ángel con su espalda sin NADA, se llamó ADÁN ( por el reflejo del agua).
En cambio yo, sólo soy un simple espejo de vidrio corriente, tramposo y caliente. Sirviente de una acomplejada jovencita de 18 años que pasa el día mostrándome sus pechos. Yo se los reflejo gustoso, pero más pequeños al encorvarme un poquito. Supiera ella que grandes son.
Ojalá pudiera hablar y decirle como espero aquel bailecito del otro día que tanto me empaña.
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