Blah.. blah...blah era la único que salía de ella, yo de verdad trataba de poner atención pero no tenía idea de lo que me hablaba. Era demasiado por atender: uno ella, dos la voz en mi cabeza, tres, claro tenía que haber un él. Y es que...!que él!, todos y lo digo con franqueza todos teníamos que ver con su ser.
Era su boca, tiene unos labios que parecen recién nacidos, te lo apuesto si tú vas y le preguntas a cualquiera que lo conoce, todos y cada uno empezarán a describirlo por la boca, la cosa es que no podía pensar en otra cosa mas que en morderle un labio, mientras... ella seguía hablando. Mr. Nin lo sabe todo, posee la sabiduría propia de aquellos que han sobrevivido, me miró y me sonrió enternecido de mi "ser primitivo".
Qué pasaría si...? Me repetía una voz interior, que por cierto en esta ocasión era una voz de mujer, raro porque por lo regular es una voz masculina la que oigo, con más frecuencia cuando me voy a dormir, me llama insistente. Cuando era pequeña se lo conté a mi mamá y ella me dijo que no le contestara, que quien sabe que pobre alma estaba por ahí penando.
Qué pasaría si... me acerco y le muerdo la boca?, Qué humanamente podría pasar? Pensaba esto mientras la voz en mi cabeza me repetía que el porno ya no me prende y que tenía que buscar otro tipo de estímulos, sin estar de acuerdo del todo, me decía a mi misma, pues que todo este asunto de mi falta de interés en el porno debía de ser un rollo hormonal, sí seguro. Me repetía. Cuando uno no sabe que pasa, pues hay que echarle la culpa a la biología. no?
El permanecía ahí posando, enseñándome su boca, todo un exhibicionista, y esta mujer no para de hablar, (la mujer afuera de mi cabeza), seguí asintiendo sin tener rastro de lo que hablaba,- No importa. Decía la mujer dentro de mi cabeza, con que mantengas un poco de contacto visual y medio le frunzas el ceño, con eso se contenta, ella tampoco te esta oyendo.
- No, no te vayas, la voz en mi cabeza gritó al verlo tomar sus cosas y dirigirse hacia la puerta.
Todo mi cuerpo estaba en estado de alerta, dejé a la mujer hablando sola ante la sorpresa de los que nos veían, a ella le tomó un rato darse cuenta de mi ausencia, me dirigí a la puerta para alcanzarlo, él me llevaba ventaja, se abrió la puerta automática... él salió... se dirigió hacia el paradero de las bicicletas.
- No por favor, no por favor, que no tenga una bicicleta, que no la toque. La voz dentro de mi desesperada gritaba.
Él tomó su bicicleta... se fue con todo y su boca. Yo me quedé ahí inmóvil.
Desde mi accidente le tengo terror a las bicicletas. Ciclofobia es como los doctores la llaman. |