"...Una historia se escribe cada día, como aquel sueño de miradas inacabable, pero peremne".
-Y una mierda-
La lluvia golpeaba las ventanas con furia. No había estrellas, solo la tenue luz de los focos alógenos en el patio impedía disfrutar de la oscuridad del llanto negro.
Completamente en blanco, como las hojas bajo mi lapiz. Las ideas huian de mi cabeza, a travez de los oidos, escondiendose bajo la mesa.
Uno, dos, tres vasos y nada, el afloja mentes solo convertía mi cerebro en esponja.
Un cigarrillo, de la segunda cajetilla, se terminaba en mis manos, la radio rota sonrie en la repisa.
Tock, tock. Golpes en la puerta.
-Y una mierda-
Abro.
Pelo largo y greñudo, entra un león dueño de casa y se recuesta en la alfombra.
-!¿Quién eres?¡-
-Soy Leo del signo Leo-
-¿Qué haces aquí?-
-Necesitaba un lugar para echarme-
-No se permiten animales en este edificio-
-¿Y por qué estás tú entonces?-
Voy a la cocina, agarro un cuchillo, el más afilado, y vuelvo a la sala del rugido violento. A las dos horas, entre sangre diversa, ya lo tengo descuartizado en el refrigerador. Me calmo con tabaco. veo las hojas de pecas rojas y comienzo a escribir.
Despierto babeando con el sol en la espalda y cincuenta hojas llenas de letras, intriga y una trama ambientada en África. Como algo de carne con mermelada y me siento ante el terror blanco con mi navaja de pasta azul.
Nada.
Toda la tarde tan blanca como el papel.
Cae la noche entre tabaco, carne y alcohol, cuando suena el timbre.
Abro.
Un collage de colores desfila en su ropa, cara y pelo de payaso. Entra y comienza a hacer malabares con mis platos sucios.
-¿Has visto mi león?, se llama Leo-
-¿León?, ¿un animal?- miento descaradamente.
-Se que está por aquí- suelta todos los platos, quebrándose con ritmo, abre el refrigerador, improviso con un trozo de losa en sus costillas.
Desnudo en la tina lo adorno con agua caliente y soda caustica, revuelvo la sopa y la dejo reposar.
Con los colores en el closet y el caldo en el baño, retomo mi escritorio. Lo suelto tras treinta hojas de historia para niños y me acuesto.
La caña es impresionante, quizá aumentada por el olor tóxico del baño.
ding dong, la puerta.
abro.
- ¿Qué es ese olor?- me pregunta su perfume, su rostro y sus curvas. Mi vecina entra y comienza la búsqueda de la fuente de pestilencia. Cocina, pieza, baño, y una toalla alrededor de su cuello me permite sumergirla en el caldo y no la saco hasta que prueba suficiente como para no querer nada más. Esta satisfecha, no se queja. La conduzco hasta mi cama, la desvisto, parece que el almuerzo le dio calor, me desvisto...
Un cigarro al atardecer y me llama la resma. tras cién hojas de desilución y abandono en una habitación de hotel, exhausto, la acompaño nuevamente en el lecho de amor.
¡¡Paff, paff!!, Golpes en la puerta.
-¡¡Es la policia, abra la puerta!!-
Abro
-¿Qué se les ofrece?-
-Buscamos un payaso perdido, literalmente, junto con su león, y a su vecina la señorita...-
-¿Un payaso, su león y su vecina?-
- No la vecina del payaso, sino su vecina-
-¿Se arranco con un payaso y su león?-
-No lo sabemos con certeza, pero ¿nos deja pasar?-
-Claro-
Entran dos gabardinas con amigable olor a cigarro y café.
-¿Qué es ese olor?-
-Cigarro y café-
-No, ese olor extraño y horrible, ¿de dónde viene?- y pasan a la habitación del consomé, mientras yo cojo mi genuina katana de imitación China y arremeto contra el anticucho de cigarrillos y cafeina, justo lo que le faltaba al gaspacho, desenfundo sus armas y le agrego pimienta a la mezcla.
Miro mi rojo reloj, ya es hora. Reuno mis textos y lo innecesario para el viaje.
Un beso de despedida, media hora, aeropuerto y me despido de las hormigas comenzando a escribir, mis manos escurren letras. El viaje se hace fracción de segundo y bajo con los dedos atorados de palabras. Escribo, busco taxi, escribo, encuentro hotel, "NO molestar", escribo hasta el amanecer,respiro a la mucama, y termino al atardecer la novela de asesinato, misterio y fuerzas de la ley en un hotel de tres estrellas, me desactivo y amanezco reiniciado.
-Ring, ring- telefono-agenda me recuerda la reunión. Paso por agua, me cuelgo la maleta y salgo...
-¿Comó lograste escribir diez libros en tan poco tiempo?-
-He estado ocupado, es una larga historia, pero si quieres me acompañas a mi hotel y se me ocurre como contarla.
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