Va a encontrarse con su novia, pese a que tenía que estudiar el sistema arterial de las extremidades inferiores.
“Me demoro veinte minutos en llegar, estoy con ella una hora y media, otros veinte minutos en volver… A las once y cuarto comienzo a estudiar. Como son veintitrés páginas, si tardo diez minutos por página, alcanzo a terminar pasadito las tres y duermo tres horas. Sí, alcanzo.”
Mientras maneja nervioso por Avenida Grecia, ve a una mujer de unos treinta años. “¿Porque esto me vuelve a pasar? Trata de seguir, no pares”.
Ansiosamente detiene el vehículo en la esquina con Salvador, sale y se esconde tras el kiosco. “Esta es la última vez, lo juro, nunca más”.
Después que la mujer cruza la calle, cuando ya estaba a unos setenta metros, y el vehículo ya estaba fuera de su alcance visual, corre hacia ella. Miraba a todos lados, su corazón bombeaba muy fuerte, el sudor le corría por la sien. Al llegar furtivamente a su encuentro, le agarra el trasero con las dos manos. Acto seguido, sale corriendo, muy nervioso, muy arrepentido, escuchando el griterío de la ultrajada. Al subirse nuevamente a la citroneta, respira hondo y promete una vez más, que esa era la última vez que lo hacía.
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