Hay besos de todo tipo, hay besos en la mejilla, a veces solo de amigos, a veces para cubrir las apariencias o simplemente para hacerle creer a alguien que le apreciamos, este último vano es sin embargo, porque ni el que besa ni el besado se comen el cuento, y si uno se quema la boca en el hipócrita acto, el otro debe soportar el fuego lacerante de una caricia improductiva, falsa y humillante.
Hay beso entre hombres, no, no hablo del beso homosexual, ese ni siquiera lo tomo en cuenta por no poder hablar de él con propiedad de uso, pero por ejemplo un amigo mío, Ibrahim, cada vez que nos encontramos, me toma por los dos hombros, me trae a si con fuerza y me da un beso en cada mejilla, y me llama “jarmano” (hermano en su extraño acento árabe). Es un semita admirable, y la sinceridad de sus sentimientos se siente en cada uno de sus actos.
Pero hay un beso, de ese quiero escribir, es ese que nos damos los amantes después del primer beso, es ese beso que explora, que busca, que violenta la intimidad de nuestras bocas, que no se detiene ante la perspectiva del mordisco castigador, a él van mis versos...
Veo brillar temblorosos tus carnosos labios
Y mis ojos se recrean en los tuyos,
En ese momento no hay soberbia, no hay orgullo
Solo son mis miradas y tus labios
Se acerca mi rostro sin apuro
Se abre poco a poco mi boca y te suspira
Y siento tu mirada que me mira
Recreando este amor tan puro
Se acercan mis labios a los tuyos, se acercan los tuyos a los míos
Se unen nuestras manos temblorosas, nuestros cuerpos van unidos
Y comienza una danza silenciosa, mientras protesta tu boca
Por la violación de mi lengua y de mi boca y no veo el momento
Hasta que tus labios ceden a mi envite
Y tus dientes se abren lentamente
Permitiendo que mi lengua la penetre
Tan hondo como ella se permite
Nuestras manos recorren nuestros cuerpos
Nuestros pechos rebotan de pasión
Mis tetillas se revientan en tus dedos
Escuchando la canción del corazón
Allí viene tímida tu lengua
Y mi boca se abre a recibirla
Siento miedo, tengo frío
Y un deseo que no muere de mengua
Es el deseo de revivir tus aguas
De beber de tu fuente sempiterna
De creer que esta noche será eterna
Y que la sensación de un beso no se acaba
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