Huidas,
y brazos que esperan
me devuelven
a los barrotes de azúcar
donde nado en almíbar
de seis ojos expectantes
cuya incisión
de cuello a pelvis
me asemeja a un marsupial

¿Quién soy sin esta división?
Insana desmadrada
mece brazos vacíos.
Rehén de llanto y esmero,
presa demente
de mi poema.

Soy el beso clandestino,
en la despedida reiterada,
una mano extendida,
en momento insuficiente,
arma blanca de mi delirio,


Con el pecho eclipsado
soy el marsupial
del saco zurcido.